En las afueras
de asociales redes sociales
aguarda otra secreta red que nunca enreda,
ni aísla, ni desune, ni adormece:
la que te une al misterio de los días.
Una red de pupilas,
cuyo mirar persigue
otras extrañas redes de alas a flor del viento,
que remontan fronteras, se anudan en abrazos,
y esos espesos besos, que nutren y sostienen el planeta.
Sí, una red de milagros
que auguran otro modo de mirar y de mirarnos,
un modo nuevo de habitar el mundo, una nueva conciencia…
Y comprobar, al fin, si aún estamos vivos.
R.R
Calmar los malos tragos,
-los que generan sed sobre sed-
en ese Manantial oculto…
R.R.
Nos amaste,
y lo hiciste hasta el extremo…
Tú, amigo de los nadies,
don y per-don de los rendidos,
asidero de todo desasido.
Tu incansable ternura se siente, crece adentro,
y aunque a veces te haces noche en mi existencia,
tu honda humanidad
me impide descreer del ser humano.
R.R.
Confía en el poder del camino – Rober Adams