Circular de Rafael Redondo para caminar sin dispersarse
Intenso otoño, pleno de cursos, zazenkais, iniciaciones, talleres, con sus páginas web atiborradas de cursos, de opiniones de maestros, de mensajes y mensajeros…
Pareciera -y de algún modo lo es- silencio en ruido transmutado. Por ello, se hace necesario, casi urgente, re-COR-dar quiénes somos en la peculiaridad de nuestra sangha, de nuestra práctica, de nuestro sendero diseñado por y para nosotros (desde donde con mochila desnudos caminamos, y al mundo, disponibles, nos abrimos).
Cuando esto escribo llega, en cuestión de horas, a nuestra comunidad el Maestro Brazier desde el budismo; y muy pronto el Maestro Vidal, con su cristianismo. Y arribará también el mitra Vicente Gallego, y Juan Annucibai, y Celso Navarro, y…
TODOS DESDE LA PROFUNDIDAD NOS ENTENDEMOS Y QUEREMOS.
Sólo quiero decirte algo que no es nuevo y que en boca de León Felipe siempre te he dicho:
Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.
Busca tú camino, para eso naciste. Y en ese empeño te acompañará IparHaizea.
Un verdadero maestro unifica, no dispersa. Y el Maestro es el fondo de ti.
Habrá quien, con todo su saber y amor te entusiasmará desde lo que ha aprendido de los maestros japoneses. Pero he de recordarte que tú ERES MÁS, bastante más, que lo que una determinada cultura te pueda proporcionar. No lo olvides.
Habrá también quien, con innegable experiencia te convencerá de QUE NO HAY NADA QUE HACER, y es verdad. Tan verdad es, que ello cuestionará si debes seguir con el ZaZen. Mas no olvides que hacia esa Nada el Zen te lleva en cada instante… hasta incluso dejar de llamarse Zen.
Habrá también que re-COR-darte, que quien verdaderamente practica ZaZen, se verá impelido y empujado a SUPLICAR, como yo también me siento empujado diariamente a suplicar: “hermano Zen, líbrame del Zen”.
No quiero apestar a Zen”. Por eso SEGUIRÉ PRACTICANDO ZEN: para experimentar que el infinito no cabe en escuela o práctica ninguna, incluida toda línea Zen. No convirtamos el Infinito en religión. Desde ahí se comprende eso de que no hay NADA MÁS QUE HACER. Sí, hay mucho que hacer: DESHACER TU EGO, casi nada…
Podríamos seguir. Pero lo fundamental que quiero transmitirte es que tú, tanto como sujeto individual como partícipe de una comunidad o sangha, tienes que ser libre, abierto, total, igual que LIBREMENTE, ABIERTAMENTE, Y TOTALMENTE, tienes que tomar conciencia de tu mayoría de edad como para poder elegir las formas que te ofrece IparHaizea, formas que te conducen a la libertad que toda verdadera disciplina te propicia. Lo tengo muy claro: todo lo que asciende converge. IparHaizea, en su “mochilero” caminar, te propicia y se abre a tu mayoría de edad cual es el ver maestros nuevos de culturas y formas diferentes, de patrones distintos, que -no lo olvides- serán verdaderos tanto en cuanto te orienten a ESO que habita y te interpela más allá de toda forma de toda cultura y arquetipo. Los caminos son diversos, pero es única la cumbre. Cuando veas que no se respeta esa mayoría de edad, corro a decirte: ¡cambia de maestro!! No lo dudes.
En IparHaizea, te asisten mitras y compañeros que pueden orientarte -es su gustoso y elegido deber- cuando la desorientación te aceche; confía en tu capacidad de ser autónomo, dentro o fuera de esta sangha. Lo principal eres tú, el tú divino que te habita. Por eso eres digno de ser positiva y activamente respetado.
Aunque hay un hecho: algunos guías y maestros, prohíben taxativamente que sus miembros y discípulos se mezclen con otras comunidades o maestros y maestras. Mi sentido respeto por esa opinión -pues de mera opinión se trata- que creo modestamente que proviene del miedo a dejar de controlar. Nuestro mundo trasciende las opiniones, persigue las certezas. Sé libre, como lo fue Buda, como lo fue Jesús. La imposición no es mi -nuestro- caso. Creo haberlo argumentado sobradamente. Deseo que te sirva, buen comienzo de curso.
Estetica y profundidad de la mano como dos enamorados.