Fruto de una conversación con Julia H. Reyna a raíz de un escrito suyo que comparto:
En estos días en los que se nos repite una y otra vez «respira, suelta y vuelve a respirar hasta aburrirte» es cuando algo se nos va despertando. Sin darnos cuenta nos instalamos en esa «hondonada» a la que nos lleva la respiración y desde la cual percibes olores, sonidos, crujir de hierba seca, de piedritas que rechinan a cada paso consciente y ahí te vas dando cuenta de que todo estaba siempre ahí y ya no deseas nada mas sino saborear ese paso, esa respiración..Esos momentos están y después desaparecen y todo a lo largo de nuestra vida será así lo queramos o no.
Cuando tenemos la oportunidad de caminar dentro de un laberinto conscientes del paso y de la respiración es como si te introdujeras en el corazón de la misma vida. No sabes hacia donde te conduce, de repente te hace girar 180º cuando estas instalado en una cómoda recta.
Sientes el deseo de pararte de saborear el momento y te abandonas.
El camino se puede hacer largo, corto, intenso…, y de repente te ves en el centro y no hay salida.. cruzo por encima de los límites…
Pararse y sentir, desde la humildad de la honda de David, vuelves sobre tus pasos, retomas el camino de vuelta, sin invadir a nada ni a nadie.
Desandar lo andado, tomar nuevos caminos conscientes, al final, encuentras que la salida está en el mismo punto por el que entraste.
Todo está ahí. Todo lo somos «ya». No hay nada fuera de nosotros. El Universo entero te respira.
Año Nuevo fuera del tiempo viejo.