Introducción
Siendo una rama de la filosofía, la ética, estudia de manera racional, la moral, el deber, la felicidad, el buen vivir y la virtud. Para ello reflexiona y argumenta, iniciando su pensamiento en la Antigua Grecia hasta nuestros días.
Trata de definir lo que es lo moral, así cómo se puede justificar racionalmente un sistema moral y cómo se ha de aplicar en el individuo y en la sociedad. Trata de ofrecer las razones por las que se debe apostar por un sistema moral en vez de por otro.
Una doctrina ética elabora y valida unas afirmaciones o pensamientos concretos. Una sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que usará términos tales como “bueno”, “malo”, “correcto”, “incorrecto”, “obligatorio”, “permitido”, etc.
Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas o acciones. Se establecen juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: “ese hombre es malo”, “no se debe matar”, etc. En esas declaraciones aparecen términos “malo”, “no se debe”, etc. que implican valoraciones de tipo moral.
1.- ¿Para qué sirve realmente la ética?
Sobre el libro, con este título, de Adela Cortina se afirma que: “si no tomamos nota de lo cara que sale la falta de ética, en dinero y en dolor… el coste de la inmoralidad seguirá siendo imparable. Y, aunque suene a tópico, seguirán pagándolo, sobre todo, los más débiles”.
Siendo un sistema normativo social, igual que el derecho, pero se distingue de aquél en que es voluntario y no coactivo.
Sirve para regir la sociedad, aplicando el conjunto de sus valores. Cuando se habla de ética profesional se refiere a saber respetar las normas que organizan a la sociedad o profesión.
Los valores organizacionales se deben reflejar especialmente en los detalles de lo que hace diariamente la mayoría de los integrantes de la organización, más que en sus enunciados generales.
En una sociedad que sobre-estimula el consumo y la propiedad, los ciudadanos terminamos siendo valorados más por lo que Seguir leyendo LA ÉTICA, por Ángel Fernandez Velasco →