El poema, ¿acaso ha de extinguirse
al apagarse, efímero, el poeta?
Vuelan en desbandada las palabras,
tan ajenas a las huellas de su dueño…
Ver en el incienso la cumbre desbordante del humo que se explaya; y también su rescoldo, hecho ceniza, expandirse impulsado por el resuello de un extraño vigor que le impele a volar hacia todo lo que ES más allá del fuego e incienso, tierra y cielo, ceniza y viento… Ver cómo se yerguen, cada uno en su forma, el humo y la ceniza, haciendo del abajo un arriba y del arriba un abajo, desvelando, de ese modo, el oculto sentido encerrado en la materia, en el mismo instante y punto en que la materia a sí misma se ilimita.
Volar y aterrizar, elevarse y recaer como el eterno vaivén que nutre de idéntico sentido la infinita danza del cosmos y ante el que, una vez más, estallan los fonemas. ¿No se ilimitan las estrellas -se preguntaba Claudio Rodríguez- para algo más hermoso que Seguir leyendo Aligerarse de sí mismo