Za-Zen, silenciosa contemplación donde aflora lo Otro de mí. Oración verdadera donde no existe el orante, donde suplicado y suplicante se hacen uno porque no hay nada que suplicar.
Za-Zen, profunda y veraz observación desde el cuerpo confiado y la mente callada, rendida, abandonada a la visión de lo que simplemente es. Distendido cuerpo perfectamente distendido, abierto a la escucha del Misterio que pugna por manifestarse en el flujo del latir y respirar.
Za-Zen, que nada persigue, ya que él se basta para ser revelación y llave que asoma a la inmensa apertura-obertura de la eterna sinfonía de la noche de los tiempos. Inequívoca sensación del Ser de Dios.
Quien nada persigue y se hace nada, des-cubre en el Za-Zen el ensanchamiento de los sentidos cual ventanales abiertos hacia el Seguir leyendo El cuerpo transparente