Dicen del mar que contiene todos los elementos de la tabla periódica.
Si realizamos un paralelismo entre el mar y el transcurrir de la Vida, con sus corrientes y todos sus elementos múltiples y diferenciados, podríamos decir que el ser humano es como un grano de sal en el mar de la vida que en sí lleva la Tabla Periódica del Universo entero, la sabiduría profunda y la plenitud de lo inefable.
Pero esos seres que somos cada uno de nosotros, nos hemos encarnado en panoramas y realidades diferentes: familias, culturas, países, continentes, época… que nos ha otorgado un resumen de información condicionada por el propio contexto de pertenencia y herencia.
Descubrir, tomar conciencia y sentir esa realidad de origen único y compartido en la indivisibilidad, en donde todos los seres sensibles e inertes somos múltiples manifestaciones de lo Uno, parece ser el camino espiritual.
El sentido último de las palabras es la descripción de la experiencia sentida, pero éstas nunca llegan a alcanzar, ni siquiera rozar, la auténtica profundidad de lo vivido.
En la experiencia personal de la llamada práctica “espiritual” –más bien vivir desde la conciencia de ser plenamente humana-, en el inicio de la práctica del zen, aunque se explicita que la práctica meditativa es “la muerte en el cojín” sin meta que alcanzar, anidaba una Seguir leyendo Cuando somos