En la meditación Zen, sostenemos nuestra atención en la respiración Hara. Se trata de ir despertando la sensibilidad de esa zona (interior del abdomen, 3-4 dedos por debajo del ombligo), sintiendo cómo si la respiración se localizara allí. Nuestras atención debe estar focalizada en dicho lugar, desarrollando la capacidad de observar lo que ocurre sin intervenir con nuestro pensamiento.
Meditas, y aunque no sea fácil, sabes cómo lidiar con los pensamientos, para que no distraigan tu atención sostenida en la respiración. Rafa Redondo lo ha sugerido en multitud de ocasiones. En la inspiración, los llevas al hara, y desde allí, en la espiración, los guías suavemente, incluso con ternura, a través del kikai-tanden (interior del abdomen, cinturón lumbo-abdominal, caderas, piernas), dejando que atraviesen las plantas de los pies y se diluyan en la tierra. Una y otra vez, sin ningún tipo de enfado o rechazo al pensamiento que surge (ya que es tan hijo tuyo como el silencio, y sin uno, no conocerías al otro). Lo llevas con suavidad, como la foca empuja amorosamente a su cachorro hacia el agua, en su primera zambullida. Sabiendo como sólo una madre sabe, que tras el miedo inicial a soltar la tierra conocida, no hay abismo mortal, sino la puerta de una nueva vida, fresca y fluida. Y cuánto más árida es la sentada, cuántas más veces te sorprendes divagando en pensamientos, mejor es la meditación, porque más veces practicas el ejercicio de volver a la respiración. Si te enfadas porque te sigues dejando llevar por el pensamiento, sigues esclavo de él. Trátalo con ternura, “acompáñale a la puerta”, con amabilidad, y deja que, simplemente, sin intervención por tu parte, ocurra la respiración y el pensamiento se diluya en ella. Déjate respirar.
Eso lo sabes, pero la cosa se complica cuando es una emoción la que perturba tu abismamiento. Porque la emoción se enreda con el pensamiento, y a esa sensación en el cuerpo (nudo en el estómago, sudor frío, debilidad en las piernas, presión en el corazón, carne de gallina, apretar de mandíbulas, tensión en Seguir leyendo Emociones y meditación