Buscar fuera es un impulso de nuestro pequeño yo asustado, que quiere agarrarse a una mano tendida que le salve de la incertidumbre y del vacío. Perdimos la confianza, o la ocultamos dentro, y con ella, perdimos también la esperanza en el vivir. Esa confianza aún nos aguarda dentro, y por eso la vida nos empuja, nos anima, a realizar ese viaje, ese descubrimiento maravilloso de lo escondido (etimología de Apocalipsis). Ningún viaje está exento de peligros, más bien, todos los viajes conllevan la superación del miedo, la vivencia del miedo, y éste, siendo el viaje más importante de nuestras vidas, no podría ser de otra manera. Este viaje se hace en una cierta soledad, con nuestro propio paso, nadie nos puede evitar afrontar ese miedo. La realidad nos aguarda. ¡Tantos maestros nos indican el camino! Este viaje debemos hacerlo en la noche de lo que conocemos, requiere nuestra entrega. En esta vida acelerada y dispersa, para entrar dentro, primero tenemos que pararnos y despertar del sueño de que lo que necesitamos está fuera, después es necesario soltar. El dolor consciente nos despierta muchas veces del sueño, y se convierte en nuestro mejor pasaporte en este viaje para recuperarnos, para pertenecernos.
Las espaldas de Dios. El descubrimiento maravilloso de lo escondido
«No te hallaba, Señor, de fuera, porque mal te buscaba fuera; que estabas dentro.»
San Agustín. Soliloquios.
«El reino de Dios está dentro de vosotros.»
Lucas 17, 21.
«Vosotros sois templo de Dios.»
2 Corintios 6, 16.
«Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; más no Seguir leyendo Las espaldas de Dios