Tras los «olfateos» de la unidad, después de experiencias de expansión de la conciencia en las que la perfección de lo más simple se muestra ante nosotros, «volvemos» al mundanal ruido y puede que se instale en nosotros la desolación. Es el síndrome de abstinencia de la ilusión. Una ilusión que se había ido cimentando en metas cada vez más «elevadas», desde la ilusión adolescente del atractivo físico, al atractivo intelectual, la ilusión de ser «bueno», la ilusión de ser «sabio», hasta la ilusión última, la de un «estado de iluminación», seguramente alimentada por bellas y profundas experiencias a medida que la búsqueda nos Seguir leyendo Desolación