La práctica del Zen no sólo posibilita la ocasión de ampliar la conciencia más allá de los diques personales, sino también la de detectar los obstáculos que impiden desarrollar el natural despliegue del ser humano hacia la Unidad. Por esa razón, la práctica meditativa no es sólo un asunto individual cual sería la aislada práctica de una “atención plena” ensimismada , sino una cuestión de tomar conciencia –pues de ampliarla se trata- de las artificiales fronteras que, obedientes a la Falsa Conciencia, diariamente instalamos para, empujados por el competir, sacrifiquemos el compartir. El practicante de Za-Zen es un peligro, pues revienta las fronteras programadas por el Pensamiento Único.
Esto se ve bien en el mundo de la comunicación. Un ejemplo: envíe usted para su publicación en la prensa, un artículo crítico sobre la banca, y compruebe seguidamente el aluvión de dificultades «razonables» que le pondrán para su publicación.
Concreto más, un conocido artículo mío crítico con el banquero Emilio Botín espera hace meses – in aeternum más bien- su salida a la luz en la prensa escrita. Sé que ese artículo jamás verá la luz.
Desde la llamada «transición democrática», he colaborado y sin mayor dificultad, escribiendo columnas, reportajes y artículos de fondo, en los periódicos más destacados del Norte de la península. Pero he podido comprobar que «existen temas que Seguir leyendo Conciencia sin fronteras