La noche se hizo antorcha.
Se oía la luz.
Se acercó vestida de fulgor de aurora y zendo. Como un resorte, nos levantamos hacia el ventanal para dejarnos inundar de ella, preñar, darnos a luz desde su luz. Y el kin-hin devino en gesto de cuerpo y alborada. Gesto abierto a la escucha del Gran Silencio…
Es que es tanta la belleza del amanecer cuando Seguir leyendo Amanecer en IparHaizea