Somos totalidad, pero sufrimos porque elegimos vivir como fragmento. Somos de la raza de Dios, pero elegimos vivir ignorándolo. Somos como pez que en la mitad del río dice morir de sed. Somos manantial, pero, agotados, caminamos buscando un vaso de agua. Desesperados, nos creímos, como Sartre, ser “una pasión inútil”, pero somos una nada a la que Dios ama con pasión loca.
Rafa Redondo
Aprendí de Tomás de Aquino a escribir y trabajar rezando, y es mi deseo que este nuevo trabajo que ahora comienzo bajo el título de La presencia del Jesús interior siga la misma pauta de Tomás. Con él rezo y suplico:
Oh Dios misericordioso, concédeme desear con ansia, buscar con cuidado, reconocer con verdad y cumplir siempre perfectamente las cosas que te agradan. Ordena todo mi estado sólo para la gloria y el honor de tu Nombre; y concédeme saber lo que me pides que haga, y dame hacerlo como conviene y es provechoso para mi salvación.
Haz que no fracase ni me desvíe ni en la prosperidad ni en la adversidad; que no me enaltezca por una ni me abata por otra. Que no me alegre sino de lo que me lleva a Ti, ni me aflija sino de lo que me aleja de Ti; que no busque agradar, ni tema desagradar, sino sólo a Ti. Que todas las cosas transitorias se querido por Ti, y Tú, oh mi Dios, querido por encima de todas ellas. Que todo gozo que sea sin Ti me resulte molesto, y que no desee nada que no sea sin Ti. Que todo trabajo y fatiga que sea por Ti me deleite, y todo descanso que no sea en Ti me canse.
Rafa Redodno
Múisca: Adiemus – Karl Jenkins