En IparHaizea, 8 de septiembre, lunes
Volvemos -¿acaso alguna vez nos fuimos?- a nuestro zendo de Rekalde en un momento en que la humanidad se desangra en diez guerras: Ucrania, Gaza, Libia, Mali, República Centroafricana, Afganistán, Irak, Sudán del Sur, Siria y Somalia. En todas ellas proliferan ideologías extremistas y ambiciones imperialistas.
A nuestra puerta toca ya el depredador ángel del Mercado, amparado por un gobierno que atenta contra la vida real y llena de mentiras los cerebros. Nos toca meditar sobre el suelo de un mundo al revés, sobre el tatami de una civilización que considera el Becerro de Oro -o, más bien, el oro del becerro- como parte de su metabolismo, mientras el devastador virus del ébola atraviesa las fronteras, y las potentes multinacionales farmacéuticas, con las que la ministra Ana Mato negocia, pues de un negocio más se trata para ellas, que sin rubor señalan que “no hacen medicamentos para pobres” (sic).
Pero en Ipar Haizea, en el barrio bilbaino de Rekalde, como en tantos rincones del mundo que no son noticia, nos duele el mundo, incluidos los pobres miserables que sólo sufren ante el vaivén de sus cuentas corrientes. Quienes nos estremecemos todos los días al contemplar en Palestina, Siria e Irak a niños, mujeres y hombres sangrando sin remedio sobre los escombros estamos llamados a multiplicar activamente nuestra actitud compasiva. Y AHORA MÁS QUE NUNCA.
Aunque no seamos ni ella sea noticia, la Fuerza del Amor, no sólo la del odio y la competitividad, ha prendido en el mundo. Por eso, en este reencuentro en Rekalde creo muy oportuno recuperar el párrafo de una carta que Albert Einstein dejó escrita para su hija antes de morir:
“Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los prejuicios del mundo. Te pido, aun así, que lo custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación: Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y no ha sido identificada por nosotros. Esta fuerza universal es el amor. Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más visible y poderosa de las fuerzas. El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios y Dios es amor. Esta fuerza lo explica todo y da Sentido, en mayúscula, a la vida (…) tal vez el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.”
Einstein, como tú y yo y tantos y tantos, supo que la experiencia del Ser se fundamenta en el Amor. Ella, es amor.
Con el deseo de que seamos un instrumento de esperanza y paz, que allí donde haya odio, pongamos amor; donde haya ofensa, perdón; donde haya discordia, unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya desesperación, esperanza; donde haya tinieblas, luz; donde haya tristeza, alegría. Esa es nuestra Fuerza, porque dando es como se recibe; olvidando, como se encuentra; perdonando, como se es perdonado; muriendo, como se renace.
Un abrazo de vuestro compañero.
Gracias Ipar Haizae por transmitirme en lo que decís y haceís un poco de sentido común en un mundo que está sufriendo mucho.
Desde el sur, os sigo y os mando muchas enrgía para el nuevo curso.
Un abrazo,
María
Gracias por poner luz en el camino
Un abrazo
Lourdes