Mucho antes de que la provecta tiranía de los mercados asaltara la democracia residual que aún vivíamos, los patrones políticos e ideológicos del mundo habían hecho quiebra y muchos esquemas mentales estaban ya tronchados. Tiempos de crisis, de injusticia, de grandes sufrimientos que abren nuestras carnes. Hace décadas que, aunque poseíamos camellos, muchos habían perdido la estrella-guía del Camino. Muchos, también, nos rompimos por dentro al ver desvanecerse las atalayas más generosas que la humanidad pudo imaginar desde 1848, y fue así porque no pudimos comprender el más allá de toda ruina. Y, aún hoy, muchos viejos, y jóvenes prematuramente viejos, viven porque no mueren (“esto es lo que hay” dicen tartajeando de memoria el catecismo liberal que invade los cerebros a través de programas universitarios, de radios y de televisiones promovidas por empresas privadas devenidas en nuevos parlamentos que asfixian las conciencias). Y aunque a ese des-vivir le llamen “vida”, vegetan sin siquiera añorar el Seguir leyendo Tiempo de crisis, tiempo de esperanza
¿Eres culpable?
¿Eres culpable de haber nacido donde has nacido?. ¿De quiénes son tus padres y cómo te educaron?. ¿De la escuela a la que fuiste y los compañeros que te tocaron en suerte?. ¿Del país, la ciudad, la religión, la cultura en las que has crecido y en las que se ha ido forjando tu personalidad?.
Tu estructura psicológica es como un edificio que se ha ido construyendo durante toda tu existencia. Los cimientos se establecieron en tus primeros cuatros años de vida. La inmensa mayoría de los planos, los ladrillos, los albañiles, no los has elegido tú. Simple y llanamente, te han ido sucediendo. Tu hogar, tu sistema educativo, la publicidad que has visto, lo que otros te han dicho, ha tenido una influencia brutal en tu esquema de valores morales. Incluso tu nombre y apellidos, como decía Jean Klein, son información de segunda mano. Te han dicho que te llamas así, y tú, simplemente, lo has dado por bueno.
Ni siquiera tus decisiones, esas que han marcado el devenir de tu vida, las has tomado con libertad, aunque escuchar ésto te parezca disparatado. La mayoría de tus acciones, más allá del «barniz» racional con que las hayas revestido, han respondido a tus patrones emocionales. A unos patrones que, probablemente, ni siquiera conoces. Piensa en la posibilidad de que tus acciones y decisiones, esas de las que te sientes tan Seguir leyendo ¿Eres culpable?
El sentido de la vida
José Luis es un miembro de la Sangha Ipar Haizea, que ha vivido en la calle; hoy lo hace en un albergue municipal. Su fuente de ingresos se nutre de tocar la flauta por las calles de Bilbao. Sabe lo que es la nada del ser nadie. Y lo proclama en conferencias.
Rafael Redondo
Cuando llega enero, siempre que puedo, planto Alegrías, que germinan, echan raíces, se esfuerzan por llevar su tallo hacia el sol, sacan adelante el máximo posible de capullos, y por último, después de esparcir su semilla, mueren. Para mí estas plantitas guardan una increíble sabiduría. Ellas conocen el sentido de la vida mejor que el más sabio de los humanos y se lo enseñan a todo aquel que las quiera observar…
Si le preguntas, te contestará encantada: el sentido de la vida es vivir y luchar por desarrollar el potencial que la madre naturaleza nos dio. Así de simple, de hermoso, de difícil. ¿Crees que para entender tan incomprensible misterio para la mayoría de los humanos, esto es, que la vida fue creada para vivirla y que por ser Alegría había de esforzarse para ser una flor, tuvo que estudiar o leer a los grandes pensadores del mundo floral? ¿O acaso le preguntó a Dios o a sus representantes en el reino de las plantas y Seguir leyendo El sentido de la vida