Sesshin Zen del 01 al 04 de noviembre de 2012 con los Maestros Rafael Redondo y Pedro Vidal
Llegar a Berriz es como volver a casa. Es oler la tierra fresca y la yerba recién segada. Dejarse acariciar los tímpanos por el gorjeo de los pájaros. Sentir la paz en cada poro, saberse protegido por el Padre Anboto.
Siempre es un lujo alejarse del ruido exterior y sumergirse en un lugar diseñado para la interiorización, para el amismamiento. Sentir la armonía de la naturaleza e ir dejando que te impregne, lubricando el mecanismo del silencio interior. Hacerlo de la mano de más de 50 años de experiencia y maestría repartidos entre Rafa y Pedro es además una vivencia que marca un antes y un después.
Una torrentera de bondad y generosidad mana de estos dos seres que viven para el Servicio. Las cosas más importantes, como la salud o la amistad, a menudo no las valoramos suficientemente hasta que nos vemos despojados de ellas, y el derroche de amor, humildad, determinación, sabiduría e inteligencia que han derramado sobre nosotros en estos días es un agasajo que no debemos relativizar, que solo puede agradecerse devolviendo siquiera una mínima parte de ese compromiso con el Camino, para que su esfuerzo no caiga en saco roto.
Pedro nos ha regalado su “firme determinación”, su Gyoga Zen, su meditación dinámica, su cinturón apretado para sentir el Hara, su insistencia en equilibrar la tensión de la espiración con la relajación de la inspiración, sus mil y una recomendaciones prácticas para hacer más intenso el aprendizaje. Su vida está dedicada al Zen, y el Camino le ha llevado en múltiples ocasiones a Japón, con el enorme reto de recoger, antes de que se pierdan para siempre, las enseñanzas que atesoran sus mejores maestros. “Un señor de Murcia” sobre cuyas inmensas espaldas recae la titánica tarea de recoger el máximo de esas enseñanzas, sintetizarlas y ponerlas a nuestra disposición. Una visión radicalmente innovadora del Zen, surgida de la entraña misma de la tradición. Un vendaval de aire fresco. Siglos de experiencia y destilación sintetizados en pocos días.
Rafa nos ha seguido dando nuestras dosis de obsequio, la Vida pura en destellos. La serena persistencia de quien Sabe, de quien Es. Podría caerse en el error de comparar, sería estar ciego y sordo . Cuando uno nos aboca a expirar con la energía de un samurai, ayudándonos a traspasar el nudo que se resiste a disolverse, cuando nos sentimos como guerreros que educan su cuerpo y su voluntad, surge la voz amable y firme: “déjate respirar”, y brota entonces un “Eureka” analfabeto de palabras, y un pequeño milagro tiene lugar en cada sentada. El guerrero y el místico se permean…, y te asalta la Vida. Y esa Vida se reconoce como sin dueño y, en su inmensa ternura, decide dejarse fluir de nuevo hacia la tierra, y si la dejas ir, con el amoroso empujón que la foca da al temeroso cachorro en su primera zambullida, en el final del abandonarse brota de nuevo la Luz que todo lo invade.
Nos hemos entregado y la recompensa ha superado las expectativas. Nos hemos dejado obsequiar. Hemos compartido, hemos luchado, hemos aceptado, hemos aprendido, hemos olvidado. Hemos amado y nos hemos sentido amados. Hemos muerto y hemos resucitado en cada respiración, en cada paso. Nos hemos dejado embriagar por el nanso. Hemos crecido y nos hemos disuelto. Nos ha latido la Vida en cada arteria, en cada dolor, en cada carcajada interior. Nos hemos vaciado.
Gracias, Rafa, Pedro, por ser Maestros, Padres, Hermanos, Amigos.
Un pensamiento en “Muerte y Vida en Berriz”