Buscar fuera es un impulso de nuestro pequeño yo asustado, que quiere agarrarse a una mano tendida que le salve de la incertidumbre y del vacío. Perdimos la confianza, o la ocultamos dentro, y con ella, perdimos también la esperanza en el vivir. Esa confianza aún nos aguarda dentro, y por eso la vida nos empuja, nos anima, a realizar ese viaje, ese descubrimiento maravilloso de lo escondido (etimología de Apocalipsis). Ningún viaje está exento de peligros, más bien, todos los viajes conllevan la superación del miedo, la vivencia del miedo, y éste, siendo el viaje más importante de nuestras vidas, no podría ser de otra manera. Este viaje se hace en una cierta soledad, con nuestro propio paso, nadie nos puede evitar afrontar ese miedo. La realidad nos aguarda. ¡Tantos maestros nos indican el camino! Este viaje debemos hacerlo en la noche de lo que conocemos, requiere nuestra entrega. En esta vida acelerada y dispersa, para entrar dentro, primero tenemos que pararnos y despertar del sueño de que lo que necesitamos está fuera, después es necesario soltar. El dolor consciente nos despierta muchas veces del sueño, y se convierte en nuestro mejor pasaporte en este viaje para recuperarnos, para pertenecernos.
Las espaldas de Dios. El descubrimiento maravilloso de lo escondido
«No te hallaba, Señor, de fuera, porque mal te buscaba fuera; que estabas dentro.»
San Agustín. Soliloquios.
«El reino de Dios está dentro de vosotros.»
Lucas 17, 21.
«Vosotros sois templo de Dios.»
2 Corintios 6, 16.
«Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; más no se verá mi rostro.»
Éxodo 33, 23.
«Verdaderamente tú eres Dios escondido.»
Isaías 45, 15.
«Sé de nuevo un niño y no correrás alejándote de ti mismo. Correrás adentrándote en ti mismo, y ese es el camino del meditador. El hombre mundano corre alejándose de sí mismo y el buscador corre adentrándose en sí mismo para encontrar la fuente de esta vida, de esta conciencia. Y cuando descubre la fuente, ha descubierto no sólo su fuente de vida, ha descubierto la fuente de vida del universo, del cosmos entero. Surge en el una extraordinaria celebración. La vida se convierte en una canción, en una danza, en todo momento.»
Osho, Saryam, Shivam, Sunderam.
«El dolor y el miedo surgen cuando me pierdo a mi mismo, no cuando no consigo lo que quería del exterior. Surgen del hecho de perder mi centro. Mi nutrición no proviene de conseguir lo que deseo o necesito del exterior, sino de entrar dentro de mi, de regresar una y otra vez a mi mismo, de la pura alegría del auto-descubrimiento.
Soltar significa enfocar la atención al interior. En lugar de controlar el exterior, sentimos lo que se desencadena dentro.
Dejarnos ir y confiar también implica una aceptación profunda de nuestra soledad, no de una soledad que surge del aislamiento y del miedo a la intimidad, sino de un sencillo reconocimiento de la misma como tal.
Esta es la senda de la introspección y la meditación: aceptar lo que nos proporciona la vida como alimento de nuestro crecimiento simplemente observando, sintiendo y permitiendo.
Dejarnos ir es la única forma en que podemos traer el amor a nuestras vidas.
Dejarnos ir es un proceso de rendición a lo desconocido y al misterio.
En cierta forma nuestras luchas de co-dependencia son el bosque oscuro, pero el punto final de nuestro camino nos lleva a lo alto de las montañas, más allá del reino de lo conocido y lo familiar.»
Krishnananda.
«¿Qué más quieres, ¡oh alma!, y que más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleites, tu satisfacción, tu hartura y tu reino, que es tu amado, a quien desea y busca tu alma? ¡Gózate y alégrate en tu interior recogimiento con él, pues le tienes tan cerca; ahí le desea, ahí le adora y no le vayas a buscar fuera de ti, porque te distraerás y cansarás y no le hallarás ni gozarás más cierto, ni más presto, ni más cerca dentro de ti! Sólo hay una cosa, es a saber: que aunque esté dentro de ti, está escondido. Pero gran cosa es saber el lugar donde está escondido para buscarle allí a lo cierto.
Pero todavía dices: puesto que está en mi el que ama mi alma, ¿cómo no le hallo ni le siento? La causa es porque está escondido, y tú no te escondes también para hallarle y sentirle; porque el que ha de hallar una cosa escondida, tan a lo escondido y hasta lo escondido donde ella está ha de entrar y, cuando la halla, él también está escondido como ella.»
Fray Juan de la Cruz. Comentarios al Cántico Espiritual.
«La noche será mi iluminación en mis deleites.”
Salmo 138, 11.
«La fe, porque es noche oscura, da luz al alma, que está a oscuras… En los deleites de mi pura contemplación y unión con Dios, la noche de la fe será mi guía. El alma ha de estar en tiniebla para tener luz para este camino.»
Fray Juan de la Cruz. Subida al Monte Carmelo. Libro II 3, 6.
«Dicho queda ¡oh alma!, el modo que te conviene tener para hallar el Esposo en tu escondrijo; pero, si lo quieres volver a oír, oye una palabra llena de sustancia y verdad inaccesible: es buscarle en fe y amor, sin querer satisfacerte de cosa, ni gustarla ni entenderla más de lo que debes saber; que esos dos son los mozos del ciego que te guiarán, por donde no sabes, allá a lo escondido de Dios. Porque la fe, que es el secreto que hemos dicho, son los pies con que el alma va a Dios, y el amor es la guía que la encamina.»
Fray Juan de la Cruz. Comentarios al Cántico Espiritual.
«Tú siempre te estás moviendo. La realidad está aquí y tú siempre te estás moviendo; por tanto no hay encuentro. A menos que se produzca ese encuentro, nunca serás feliz. La felicidad sucede cuando estás sintonizado con la realidad. La felicidad es una armonía entre tú y lo real. Así que si eres infeliz, recuerda: debe ser que te estás alejando de la realidad.
Tú tienes que seguir la realidad, tienes que llegar a un profundo acuerdo con la realidad, tienes que sintonizarte con ella. Tienes que convertirte en una nota en la inmensa orquesta de la realidad. Rindiéndote a ella, en lugar de luchar, sometiéndote a ella, dispuesto a disolverte en ella. Eso es el amor, la disposición a disolverse en la realidad, la disposición para fusionarte, fundirte; la disposición para ser uno con la realidad. Perderás algo -tus sueños, tu ego-, perderás esa separación. Desaparecerás como una gota de agua, pero no debes preocuparte por eso, te convertirás en el océano.
Ya no serás lo que has sido hasta ahora: tu ego. Tus barreras desaparecerán. No serás una isla sino parte de un continente. Nada se pierde al perderse a sí mismo, todo se pierde cuando te resistes.»
Osho. El amado.