La vivencia de la Unidad no es la disolución de la individualidad, sino la disolución de la separación entre Unidad e individualidad, y eso sólo puede vivirse en el cuerpo.
El Zen es una práctica, y más concretamente, una práctica corporal, por lo que, desde su perspectiva, no tiene mucho sentido tratar de comprender lo anterior a través de un esfuerzo racional. La verdadera comprensión es vivencia, y la vivencia es corporal.
«Carya», en sánscrito; «Soma», en griego; «Gyô», en japonés: el cuerpo-mente-espíritu unificado, el cuerpo como Totalidad.
De ahí que Dôgen afirme en el Bendôwa que
«sentarse adecuadamente es la verdadera puerta para la práctica Zen». Y que el sacramento fundamental de la tradición cristiana se fundamente en «el Cuerpo de Cristo».
La mente siempre va a querer llevarnos a la reflexión. Pero reflexión viene de reflejo y no se puede vivir en un espejo.
¿Quieres vivir?
Texto de nuestro compañero de camino Pablo Garmendia
Música: Bill Douglas – Elegy