Vivo cómo la inmediatez del Espíritu del Ser se muestra en el incesante actuar de la creación continuamente cambiante, la que suscita el asombro ante el prodigio de existir. Algo que Ken Wilber, siempre asombrado –y apasionado- llama «la sensación de ser».
Me ocurre a veces – como puede ocurrirle a todo ser viviente receptivo- que durante los momentos de contemplación, siento cómo el Espíritu se descalza del cuerpo, aun sin dejarlo de habitar; como si lo expandiera más allá de todo límite y frontera. Mi sombra, entonces, se inclina cortésmente y, pañuelo al viento, se queda humildemente en un segundo plano como si se despidiera del negro espesor de la envoltura que le es propia. La Noche, entonces. se disuelve cuando el Aliento de la Vida ha barrido la corteza burda de su oscuro pelaje.
Es entonces cuando el Ser, libre ya de los sentidos, se cumple en el prodigio de dejarse manifestar incluso fuera de los sentidos, para devenir tan sólo Soplo, Pneuma, Viento, Ruhá…
R.R.
Música: Yann Tiersen – EUSA
Que bellísimo nos deleitas con este texto y conduces al emerger del ser con estas palabras: «cómo el Espíritu se descalza del cuerpo…»
Gracias querido Rafa, me llevas…