En la hora dolorosa de Getsemaní, oraste a tu Padre con el nombre de Abbá, llamándole de ese modo familiar con que los niños llamaban a sus padres. Es verdad que ese término en tus labios, Jesús, revela una proximidad incomparable entre Tú y Él, una intimidad sin igual en todo el contexto – he leído por ahí – de la revelación escrita. En esa palabra, Abba, se siente y comprende ese tu estar vuelto hacia el seno de tu amado Padre.
Yo creo, Maestro, que de esta experiencia fluye lo más esencial de tu mensaje: la nueva cercanía de Dios, su nueva proximidad, la que a través de ti se nos ofrece diariamente, en cada instante. Y te agradezco esa invitación continua que me ofreces y facilitas para que entre confiadamente en la intimidad con Dios. Y lo haces como Tú lo sabes hacer, como sólo Tú puedes comunicarlo y decirlo: con la misma seguridad, con la misma confianza, con la misma alegría. Y te confieso que en mis horas oscuras a través de la enfermedad qué padezco, la confianza en ti es para mí fundamental; lo digo y lo repito con toda mi fuerza: fundamental. Anoche mismo, y después de un día duro en que me vine abajo, antes de enchufarme a la máquina que me ayuda a respirar, sí, Recuperé la confianza, la que Tú, Jesús, nos hace vivir de la misma vida de, Abbá, Dios.
Rafa Redondo
Esa sandez diaria,
también telediaria,
que oculta la Noticia…
No es cosa de cambiar de canal
ni de onda ni de dial,
que no están las ondas para honduras,
sino de modo de mirar la Vida,
de abrirse a la honda escucha…
de un canto de otro dial
que alivia las sorderas.
Rafa Redondo
Música: Nights From the Alambra