Juan de la Cruz, sufrió como pocos, la llamada “NOCHE OSCURA”, pero la iluminó con su Llama de Amor Viva. Fue el sereno de esa noche, el centinela de la alborada. Escribió lo que a mi juicio es uno de los mejores poemas de amor jamás escritos:
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!
Juan, supo ver en el vacío de la ausencia el amoroso aliento de una presencia. Juan, que sabía abrirse a la escucha, supo oír en el corazón del silencio la música callada que recrea y enamora. Juan de la Cruz, en la más hosca soledad de la cárcel, percibió la tierna y cercana compañía que brota en la soledad sonora de quien sabe re-cogerse en un eterno sentir enamorado. Esquivó audazmente a la Inquisición, y lo dejó, escrito palpitando, para nosotros.
“Eso” que llamamos Dios no habla, más bien cede la palabra al interior del ser humano. Desde la plenitud de la Nada presta oídos a lo inaudible, tiene contados nuestros cabellos; se escucha y manifiesta desde nuestras palabras.
Sufrimos en nuestro ego por querer permanecer eternamente, por estar, por ocupar espacios, pero tras el abismo del sufrimiento descubrimos que tal abismo no existe: sólo hay un no estar. Juan vivió la des-nudez, no lo desnudo. No fue monje cartujo, como lo deseó, era carmelita pero en carne viva: descalzo. Humildad de quien se descalza, osadía y eros de desnudarse. (H. Mujica). Pero no hemos nacido para imitarle, ni a él ni a nadie, por muy maestro y santo que fuere. Hemos nacido para imitar lo mas Hondo de nosotros.
Cinco siglos antes, Francisco de Asís, vivió el desprendimiento radical, la disponibilidad de desposarse con la Dama Pobreza, caminando por los caminos de la Umbría con las sandalias, el cayado y el tosco sayal de los mendigos. Como nuestro cuadro de Ipar Haizea. Pero no hemos nacido para imitarle, ni a él ni a nadie, por muy maestro y santo que fuere. Hemos nacido para imitar lo mas Hondo de nosotros.
Pero el más radical de todos fue el Maestro de Nazareth, que recomendó a sus discípulos: no llevéis bolsa ni alforja ni calzado; y a nadie saludéis por el camino. Él optó por quitarse de en medio: Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Es necesario que yo me vaya para que recibáis el Espíritu. Pero no hemos nacido para imitarle, ni a él ni a nadie, por muy maestro y santo que fuere. Hemos nacido para imitar lo mas Hondo de nosotros.
Hacerse un hueco,
Oquedad,
Para que el dictado
De la buena nueva entre…
Hacerse niño, desnudo en su inocencia
En un establo
Ajeno a lo establecido…
Para gozar ser libre liberando.
Ellos no vinieron al mundo para que, alzados sobre una peana, les veneráramos; al revés: habitaron un tiempo entre nosotros para que des-cubriéramos la divinidad que somos en nuestro Fondo. Por eso en el Zen se dice: “si se te aparece la figura de Buda, mátala”. Cualquier figura. Por muy sagrada que sea. Pues sólo es una figura.
Ser niño es un grado a alcanzar, no en cuanto a inmadurez, sino en cuanto a inocencia. Don Miguel lo supo bien.
Agranda la puerta…
Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar.
Si Cristo naciera mil veces en Belén pero no en tu corazón, serás un desgraciado.
FELIZ NAVIDAD
FELIZ NAVIDAD
gracias,gracias y gracias una vez mas, compañero sin nombre..
¡ que facil es quererte, Rafa !