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Un alfabeto azul, sin letras

En ti, Jesús, me hallo ante un Dios que ayuda al ser humano desde la fortaleza de su fragilidad. Tan sólo un Dios herido y torturado como Tú, podría impactarme como me has impactado, Maestro amigo.
Hiciste de la condición humana más sombría y abandonada el lugar privilegiado del encuentro del hombre y la mujer contigo; de Dios con el género humano, uniéndose a él en el camino del desamparo. Lo sé muy bien, entrañable Pastor de silbos amorosos.
Sin embargo, dentro de la fortaleza de tu vulnerabilidad, hiciste de nuestro desamparo la fuerza profética de poder hacer saltar por los aires toda suerte de diques y fronteras. Como escribe tu discípulo Carlos María Antunes, sólo un Dios herido podría curarnos y, lo que es más admirable, hacer de nuestra debilidad presencia de su gloria en medio del mundo. Casi nada…
Testimoniaste de tal modo la compasión de Dios por los más alejados, por los más perdidos, que tú mismo te perdiste en ese afán.
Tu insólito amor cobra su mayor presencia y no brilla en ningún otro lugar del modo en que lo hace en la noche del calvario. Lo dije otras veces: tu silencio no es sólo la cumbre de la revelación, sino también el lugar donde toda la revelación se hace oír.
¡ Cómo no creer en un amor tan grande…!
Un alfabeto azul, sin letras,
veo cuando me miro en tus pupilas;
y en cada parpadeo,
el poema más breve
y amoroso que jamás
haya soñado recitar:
«TÚ».
Rafa Redondo

 

 

Múisca:  Bill Douglas –  Deep Peace

 

 

Tu primera mirada

Cuando te encontrabas ante el sufrimiento humano, eras el que tomaba la iniciativa sin que nadie te hubiera pedido antes nada.
Ante la viuda de Naím, por poner un ejemplo entre tantos, fuiste Tú quién, conmovido ante la angustia que en aquel tiempo suponía para una viuda quedarse sin los recursos de su único hijo para poder subsistir, por todo eso, clavaste en ella la mirada diciéndole: no llores.
La fuerza de tu palabra puede con la muerte.
Tu primera mirada no se dirige al pecado de los otros, sino a su sufrimiento.
Yo te acojo, Maestro, como la presencia de Dios en el mundo, y desde esa acogida me comprometo a difundir tu buena nueva en la medida en que mis precarias posibilidades lo permiten. Tú eres para mí la Buena Noticia.
Me conmueve cómo te conmueves. Y te pido que yo adopte esa misma reacción, esa misma actitud y esos mismos sentimientos ante el dolor humano. Préstame, te pido, el poder de la compasión que anida en tu mirada para poder mirar a los que sufren como los mirabas y sigues mirándolos Tú. Y te pido la fuerza suficiente para poder hacerlo.
Pon a punto mi sensibilidad para que sienta el vigor de tu Presencia en mis latidos.

 

Rafa Redondo

Buda, tú me abres las puertas a una dimensión vasta y global de la Energía del Ser Vacío; Jesús, tú me revelas lo que “me ocurre” cuando esa Energía se torna forma y modo humanos.
Tú, Buda, aportas y eres la apertura clarificadora; tú, Jesús, su concreción carnal y temporal en la forma del suceder humano vibrando ante Abba.
El Dios de Jesús no nos llama desde las alturas celestes, sale más bien a nuestro encuentro. Es el Dios cercano, a la medida de nuestra carne cuyo amor incluye a los enemigos, otro escalón más que, visto lo que hay, nos hace preguntarnos si no fue demasiado lejos. Porque si el próximo es quien me reclama, ¿a qué razón se debe que yo pase de largo ante la desgracia de un ser humano , como hicieron el sacerdote y el levita que bajaban de Jerusalén a Jericó? Jesús se detuvo, siempre se detuvo; amando hasta el extremo. El amor al prójimo no es un asunto específico de los cristianos, sino el ejercicio más sanador que puede medir la capacidad de salir de las desgracias, un asunto que hoy atañe a todo ser viviente, que se concreta en superar el modelo de economía que mata, en palabras del Papa Francisco, y percibida en nuestra civilización tan inamovible como la luz del sol.
Ni el abstracto amor al Hombre de los filósofos, ni siquiera el amor al prójimo, consuman la misericordia de Jesús. Es el amor al enemigo, su sello, su característica y su práctica, que llevó a cabo con todas sus consecuencias hasta su agonía en el Gólgota.

 

 

Música: Faith´s Hymn – Beautiful Chrous

 

 

 

Maestro Amigo

En ti, Maestro,, Dios se ha acercado al ser humano, y lo ha hecho como jamás lo había hecho: amándolo con un amor soberano, libre, gratuito; hasta el extremo.
A partir de esa cercanía, la relación con tu Padre no se funda en los preceptos de las leyes, sino en el desvelamiento de una inmensa ternura.
Jesús, fuiste ante todo un hombre libre ante tí mismo y ante las autoridades de tu época. Denunciaste con valentía –te costó la vida- las sombras de la conducta de los sacerdotes y autoridades del Templo, preñadas de hipocresía, y señalando a la gente que no se dejara guiar por ellos. Viniste a nosotros como un igual, como un hermano, haciendo trizas la estructura petrificada y piramidal que hasta tu tiempo vinculaba a Dios con las personas y a las personas entre sí.
Tu palabra se hizo carne, Y Dios en Tí. Desde entonces el cuerpo humano es lugar y casa de común unión, de tacto y con-tacto sagrados.
Creaste un modelo de bondad, un círculo de solidaridad; quizá mejor: de Unidad en todo ser creado.
Habitas –eres- detrás de todo nombre en un sin-lugar que no sabe de puntos cardinales. Soy libre al decir que puedo verte mejor cuando abandono estos ojos. Atrapado en el deseo, esclavizado por el sentimiento, repatriado en la razón, tan sólo ligeramente atisbo tus manifestaciones. Tú, Espíritu ajeno al tiempo, origen de las formas; Tú, totalidad que nos habita; Tú, oscura y luminosa llama; fuente de la que emanan los modos, los gestos, y las formas que anidan en los lienzos de los días.
Hoy se escapó de mí –voló conmigo- mi memoria
en alas moteadas de oquedades.
Hoy se escapó de mí a sus soledades,
a la quietud silente de lo Nadie,
donde el tiempo sin forma se hace salmo
sin pliegues de palabras.
Y me quedé sin nada, y no dejé nada
salvo el rastro efímero
de unos pasos por la arena.
Pero esos pasos perseguían y persiguen,
Maestro Amigo, el señuelo sagrado de tus huellas.
Rafa Redondo

 

Múisca: Beautiful Chorus – Love Dimension