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Resucitar

Resucitar es un cambio radical de conciencia, una transformación en toda regla. De arriba abajo.

Transformarse requiere gran valor. Para renacer es preciso morir, cambiar el ADN, ser otra persona con otro patrón de vida. Meditar es seguir el derrotero inverso de la sociedad, las antípodas del pensamiento habitual, el camino del guerrero. Que la valentía te anime a despertar e invitar a despertar; a transformarte e invitar a transformarse. En realidad la transformación, con toda la carga de muerte que ella implica, merece ser celebrada, porque la extinción del ego, supone la apertura al Ser, la bondad elemental, una ganancia real, digna de dicha y alegría.

Misión nuestra es hallar el sentido de

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Jesús

Lo imagino entrando en las sedes cardenalicias del Vaticano con la misma vehemencia con que barrió a los mercaderes del templo: tiaras y mitras patas arriba, cruces de oro macizo por los suelos, las purpuradas capas descolgadas de los hombros… los lustrosos zapatos rojos, las engoladas pieles de armiño por los aires: ”ciegos y guías de otros ciegos, que ni entráis ni dejáis entrar” .

No hay que olvidar que a Jesús de Nazareth lo mataron los “buenos”.

Jesús fue coherente hasta la muerte: HACÍA LO QUE DECÍA, VIVÍA Y ERA LO QUE DECÍA. Como un ser despierto, era la

Za-Zen, Unidad Espíritu y Cuerpo

El cuerpo. Temblor que permanece tras toda impermanencia, fuera de diques y puntos cardinales.

Escucha el estampido de la Vida en tus tejidos, en tu aliento. Tú, manifestación de lo invisible, receptáculo que late en tu latido. Eres más que tu cuerpo: eres flujo de vida que te impele hacia su manifestación.

Contempla la espiración en la que te diluyes. Una y otra vez; una y otra vez… asombro de tu niño interior. Y tras él, indemne y fresca, la inspiración, como secreta dádiva que emerge en la forma de tu forma. Tu cuerpo transpirado y trascendido como un cuenco transparente a lo inasible.

Se trata de ver el propio espejo en las células vacías que reflejan la Vida que alienta el corazón de la Materia. En el cuerpo-materia nos es dado en cada instante la posibilidad del tacto y el con-tacto con la palabra insonora del primer impulso creador. Impulso in-vocador de la energía primigenia. Arranque con-vocador de las palabras y los modos, nuestras respuestas, tan pródigas en formas, las impulsadas por el aliento germinal que sólo el Gran Silencio sabe con-tener y re-tener. Hasta que ELLO opta por mostrarse.

Cuerpo impermanente, carnal poema que pudo no acceder a la existencia, pero que, en forma de gracia y don, optó por revestirse en nuestros huesos. Materia-cuerpo, ofreciéndose en Seguir leyendo Za-Zen, Unidad Espíritu y Cuerpo