Archivo de la categoría: Desde el silencio

Siéntate y verás

Zen no es un estado particular del espíritu, como tampoco es una alteración forzada de la conciencia.

Zen es tu estado normal, el silencioso devenir; apacible, real. Za-Zen no persigue nada que no sea dejarse respirar, dejarse latir; dejarse ser: ninguna intencionalidad, ninguna persecución, ningún esfuerzo de logro. Sentarse en silencio sobre el mismo silencio.

No es fruto de la fantasía sino un Seguir leyendo Siéntate y verás

Meditación para un verano

Circular veraniega

No se aparta la luz de quien no huye de las sombras…

(¡Cuánto se puede ver al no ver nada…!)

Ver fluir los instantes

como fluye el alba tras la noche.

Saber resistir el estallido de la umbría en plena luz

captando, y, si es posible, celebrando, la fluencia del Ser

en la entrelínea de las luces y las sombras.

Cuando el maestro interior toma las riendas de la existencia, se ve forzado el hombre a dejar toda posesión y posición logradas. Llegado a una determinada frontera, se plantea –y no sin sufrimiento- la disyuntiva de adaptarse al entorno o saltar al vacío. Este salto comprende a la vez la destrucción total y una nueva vida. Cuando el hombre tiene el valor de dar tal salto, desaparecen la disyuntiva y las fronteras. Todo es uno, Uno.

El primer contacto con la experiencia del Ser, no supone una transformación sin más. Para poder hablar realmente de transformación en otra dimensión, es preciso tener el valor de atender constantemente al sacrificio de la forma, morir y renovarse en cada instante. Ver, y seguidamente destruir lo caduco, para des-cubrir lo esencial que emerge renovado en cada momento.

La metanoia que aquí nos interesa – dice Dürckheim- pasa por la ruptura y destrucción de Seguir leyendo Meditación para un verano

El cuerpo transparente

Za-Zen, silenciosa contemplación donde aflora lo Otro de mí. Oración verdadera donde no existe el orante, donde suplicado y suplicante se hacen uno porque no hay nada que suplicar.

Za-Zen, profunda y veraz observación desde el cuerpo confiado y la mente callada,  rendida, abandonada a la visión de lo que simplemente es. Distendido cuerpo perfectamente distendido, abierto a la escucha del Misterio que pugna por manifestarse en el flujo del latir y respirar.

Za-Zen, que nada persigue, ya que él se basta para ser  revelación y llave que asoma a la inmensa apertura-obertura de la eterna  sinfonía de la noche de los tiempos.  Inequívoca sensación del Ser de Dios.

Quien nada persigue y se hace nada, des-cubre en el Za-Zen el ensanchamiento de los sentidos cual ventanales abiertos hacia el Seguir leyendo El cuerpo transparente