Archivo de la categoría: Desde el silencio

José, compañero

(Dedicado al poeta Marcos Ana y a mi amiga la poeta Lou(rdes) Barrera)

“Dios –dijo Saramago- es el silencio del universo, y el ser humano, el grito que da sentido a ese silencio”. Una definición- según el teólogo Juan José Tamayo- más propia de un místico que de un ateo. Se trata de una de las más bellas definiciones de Dios.

Mi amiga Lou, emocionada, me trae al recuerdo las palabras que Saramago, con quien ella tuvo relación, dedicó al gran poeta Marcos Ana:

«Es la solidaridad convertida en instinto, la dignidad como la pura esencia de la libertad en su sentido más profundo, la posibilidad real de acceder a la esfera de lo verdaderamente humano..» Como tú, José. Como Rafa, mi amigo.

Le recuerdo –añade Lou- en el paraninfo de Deusto: » Espero –dijo el Nóbel- ser merecedor de la atención que me prestáis…».

Miraba noble, -añade Lou- emanaba verdad. No creía en Dios y lo reflejaba. Al igual que Neruda «venía triste de ver un mundo que no cambia». Toda su obra humana y literaria fue un ansia de Seguir leyendo José, compañero

Quebrar el cerco

Hemos obturado nuestra relación con la globalidad que somos, y así, obstruida nuestra conciencia, viviendo –es un decir- separados, creemos vivir en lo real, aunque ni por asomo atisbamos la real realeza del vivir. Esa es nuestra tragedia.

Sin embargo, cuando el crisol del sufrir, el sinsentido, la soledad o la muerte nos permite que por nuestras entrañas se abra paso la Conciencia, quizá –o sin quizá- entonces podamos comprender quiénes realmente somos más allá del amor y de la muerte.

Más allá y acá del cuerpo ordinario que percibimos, limitado en sus cuatro costados; la humanidad ha podido experimentar a lo largo de los siglos otras grandes dimensiones que sobrepasan y exceden la conciencia ordinaria. Más allá de la sutil energía que transita nuestras células, y más allá de los límites de nuestra mente corporal, el ser humano ha sido capaz de verse como es a pesar de los vaivenes producidos por esa ilusión que llamamos “la vida”: “Algo” que perdura inextinguible. Nacemos, crecemos, morimos; pero “algo” se mantiene sin merma, y podemos verificarlo en la meditación; “algo” que nunca ha nacido y no sujeto al cambio ni a la vejez. En la meditación, aunque no podamos describirlo, sí podemos constatar el «Yo“que hay detrás de todo yo condicionado, la Unidad que palpita tras todo modo de existencia. “Algo” que Seguir leyendo Quebrar el cerco

Respirar

Hoy, una vez más, me «cogió» desprevenido el prodigioso hecho de respirar, y asombrado como un niño comprobé que cuando el imperecedero vaivén del respirar es percibido con la calma de quien no busca provecho ni pone voluntad en lograr ninguna suerte de meta u objetivo, y la atención se centra en el prodigioso sube y baja de la expiración-inspiración, nos hallamos en el umbral de la experiencia del Gran Silencio. Acogedor abrazo del Misterio que culmina con una gran certeza: Alguien me respira.

Es radicalmente importante atender a ese portentoso reclamo que en cada instante nos es dado; pero, sobre todo, saberse detener en él, permanecer en él, para saborear ese Misterio que pugna por desvelar su ocultamiento y hacerse Presencia. La Presencia es Alguien, progresivamente gigante en la misma medida en que, dejando a Seguir leyendo Respirar