Ayer

Ayer,
dolía la cara
de sonreír.

Viento y aliento.
Salvajes.

Ahí abajo,
el cuerpo,
burbujeaba de energía.

La alegría,
sin objeto,
violaba vientre
y corazón,
sin miramientos.

La espiración
clavada en la Tierra.
La nuca
(bendito dolor)
mas allá del Cielo.

Y ese yo
rebelde, travieso,
giraba y giraba
pidiendo atención.

Cada vez que YO
lo veía,
estallaba la carcajada.

No estaba solo.
Nadie lo estaba.

GRACIAS.

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