Todas las entradas de: Rafael Redondo Barba

La apertura del desposeído

Todo ser humano, si se detiene a mirar su propio fondo, reconocerá la Realidad que le alberga. Una suerte de diafanidad, de claridad, de transparencia a la que sólo tiene acceso quien, no sin dolor, se ha des-ubicado de sí mismo. Hablo de un liberador desalojo previo como condición necesaria para que el “buscador” se haga transparente al Todo que le habita.

En el camino del Zen es frecuente acompañarse de trashumantes, itinerantes, caminantes… buscadores. Todos de algún modo lo somos, sin embargo he descubierto en muchos de ellos y ellas una común característica: la apertura ilimitada del desposeído, que basa en su desnudez el poder de percibir y penetrar la Profundidad del Espíritu que le interpela, que cada instante le insta y le remueve hasta hacerse transparente. El amoroso apremio de un Seguir leyendo La apertura del desposeído

Amigo de la fragilidad

Sin avisar, sin pre-pararla ni forzarla, la meditación brota porque sí, y uno entonces ve que ESO es el vacío expansivo, sin horizonte que limite lo ilimitado ni tiempo que lo mida y lo sujete. Uno ve esa vastedad sin costuras en una especie de encuentro sin distancias. Un encuentro fusionante; más la palabra, aun la poética, aquí es traidora, incapaz, insuficiente. Adentrarse a ese Centro es el desarraigo de todo lo conocido.

Flor en el muro de la Seu Vella, en Lleida http://flic.kr/p/ehr9fmDes-prendido expirar hasta el Fondo, tan extenso y total, tan gratuito. Me entrego y des-nudo te recibo… amo hoy mi condición mortal (tan mía como tuya…), que de todas fragilidades me hace AMIGO, hermano.

Y en esa condición, tan libre en Seguir leyendo Amigo de la fragilidad

Nadie

Estar en la vida como el vacío está en el cuenco: estando sin estar. Inauguremos el verbo dis-estar. Desprenderse para ser Presencia. La fórmula para estar en el presente es no estar, perderse, ser presente.

Con las palmas al vientoConozco una suerte de atajo para subir hasta el abismo: alcanzar la cumbre no consiste en encumbrarse. Como ser hijo de Dios no es endiosarse. La cumbre no está en la cumbre. Y allá, en ese lugar sin lugar, puede olerse lo que jamás tuvo existencia: el esplendor de la Nada. Nada hay que hacer que no sea el acopio de lo que no hay. Hacerse rico en las raíces del aire. Presencia en la im-presencia. Quienes ignoran lo interior no Seguir leyendo Nadie