Así la luz. Siempre, aun antes de despuntar, ya es el alba. Contempladla envuelta entre el parloteo de los pájaros, hasta hace instantes rehenes de las sombras.
Así la luz. Vedla brotar sus rayos entre los nimbos de oro, sin ocupar espacio alguno. La luz procede del Vacío: observadla penetrar entre las formas como quien necesita prodigarse en todas las manifestaciones de la vida.
Esta mañana la luz, ella misma, exuda luz y llora luz. En cada forma, ella misma, se hace luz.
Ser luz, ser, así, la luz, en los cerros de la aurora, en el verde de los valles, y hasta en los hospitales, y en las abismales oficinas de la banca. Así la luz.
Apartarnos para que, así, la luz sea, si aún cabe, más luz; quitarnos de en medio para que su albor se expanda en la entraña de las formas, y se filtre en todas las cosas, embriagándolas, transformándolas en muerte y vida, en dolor y dicha. Así la luz, instinto de ser cada vez más –y cada vez menos- nuestro. Así la luz, aún antes de despuntar…