Sé de quién me he fiado

Cuando practico la oración, Maestro, experimento a veces algo sensacional: me vacío de mi, y en esa medida de mi vaciamiento ocupas Tú el lugar que queda disponible. Tu amor, tu instinto de habitar mi morada, se hace imperativo. Efectivamente, cuando, por ejemplo, te formulo una petición de fuerza, o de paz, o de tu Presencia, es impensable no hacer silencio ante la espera de tu respuesta. Siempre respondes. No como yo quiero pero siempre respondes pensando en lo mejor para mí. Quiero atestiguarlo precisamente ahora, de nuevo; ahora que mi salud pone a prueba mi paciencia a la hora de afrontar el miedo.
El inseguro yo, amedrentado por vivirse como fragmento tiene – me lo digo a mí mismo- tiene que aprender que su muerte supone la mayor seguridad. Pero también presienta acrecienta mi confianza. Somos Unidad , no fragmento Lo digo de nuevo: sé de quién me he fiado.
El silencio me hace receptivo. El silencio me libera de la memoria, que es tiempo; también del pensamiento, que se nutre del tiempo. Y Tú resides en lo atemporal, Manantial del Espíritu Santo, que por fuera y por dentro me mantiene… El gran silencio, preludio indispensable para captar y experimentar la presencia de Dios en nosotros.

 

Rafa Redondo

 

Música: Beautiful Chorus – Carol of the Bells

 

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