Retornar al Corazón

 

Buscaba yo a tientas dónde poder posar mis brazos para remar junto a los tuyos, e igual que lo hacías Tú: contracorriente.
Al mirarme y verme sin poder nadar, se revolvieron tus entrañas – me dijiste-. Me regalaste tus brazos para siempre. Tu paciente sedal de pescador suplió mis fuerzas allá en el vaivén nocturno del Mar de Tiberíades. Me sigue acompañando, y aún tira de mí hacia tu orilla. Lo sé.
En los desvanes de mis noches, ahora claroscuras, aún recuerdo entre la niebla, Jesús,el imborrable fulgor de tu mirada serena y compasiva clavada en mis pupilas.
—————————-
Hay verdades que tan sólo pueden ser descubiertas en la experiencia de la devastación; lo sé.
En esa sola soledad donde hace aguas toda seguridad y referencia, surge el corazón como único cobijo. Corazón sin coraza cual secreto manantial de la energía primigenia, amorosa fuerza, de un eros que no posee ni retiene, el que nos religa al misterio que late en la existencia, el Misterio del Ser que abarca cuanto es.
Tengo para mí que es ese desacorazado corazón la causa de que seamos no sólo semejantes a eso que llamamos Dios, sino Dios en Dios, Uno con el Uno, abierto a todo modo de dulzura y mansedumbre en medio del huracán.
Y digo más: quien a semejante apertura se cierra en banda, profana el amor a los demás, profana su propia profundidad, la que al Ser religa, siendo ahí donde brota la patria de los ídolos de barro y el tiempo y el espacio de las sombras, con sus patrias y fronteras, sus himnos y banderas. Eso es vivir exiliado, repatriado del propio ser verdadero. Aprovecho a decir que el Vacío búdico no equivale al insustancial vaciarse de la propia sustancia. En algún lugar leí u oí “siguieron sus vaciedades y se quedaron vacíos”. Retornar a Lo que Es, es retornar al corazón, idéntica realidad donde la aventura del ser humano logra su puerto de arribo y da salida a su nostalgia.
El sufrimiento humano brota de esa escisión o fractura donde estalla el pequeño mundo del establo que hemos llamado patria. La brecha de pequeño yo. Y es necesario pasar por ese derribo del pedestal, esa demolición de la tierra firme; es prioritario que caigan los muros de cada refugio cultural, patriótico, o religioso y se hagan brechas en murallas para tornarse en puentes a la Realidad Primordial.
La angustia sin fondo que tal devastación provoca, la que allana al ego, es el precio de la liberación. «Voy a hundirlos en la angustia para que den conmigo” clamaba un profeta, refiriéndose a ese claro de luna en el corazón del bosque, que sólo alcanzan los perdidos.
Dios, o ESO que así apelamos. no ha muerto, tan sólo es el gran desconocido, el que pulveriza toda garantía de seguridad, destrona todo muro de riqueza y allana las murallas de poder, el que quebranta toda noción de felicidad establecida, el que no destruye la soledad, ni te saca del apuro. Hablo de la Presencia que se manifiesta en la distancia y se hace tierna y cercana en la Ausencia. Hablo de un experimentable amor que destroza la ignorancia, de una Inocencia sagrada interesada en dar tierra al desterrado, y cuya experiencia mueve y conmueve los cuerpos de asombroso y asombrado escalofrío.
Algo, Eso, el más allá de mí, o tal vez Alguien, ajeno a toda abstracción, y a toda racionalidad irreductible, nos quiere vivos, muy vivos, fundados y fundidos en su Vida, divinamente vivos tras el terremoto causado por el Viento huracanado del Espíritu, tempestad que viene y va como bien le place y le parece.
Al caer la noche, traspasadas las pruebas del exilio: el que nos hace a mí abatido, y a Dios inaccesible, precisamente en tal destierro, es donde toda distancia queda abolida. Una aventura que sólo alcanza puerto en la soledad del deportado en la humildad del humillado..

 

 

 

Rafa Redondo

 

 

Música:   Mercede Sosa – Gracias a la Vida

 

 

 

Deja un comentario