Feliz Navidad

No, nada tiene que ver la Navidad con una determinada época, ni es asunto único de una única noche y un día determinados; además quienes desde su desnudez bautizaron esa noche como la Noche Buena, yo presumo que se debió a que previamente habían cargado sus espaldas con muchas noches malas.

Pero lo cierto es que si bien sabe mirar, el ser humano puede acceder a la experiencia de que todas las noches siempre son buenas; que siempre es Navidad, que todas las noches son noches de boda, que todas sus lunas son lunas de miel… Una experiencia que con más facilidad accede quien desde su estrechez sabe saborear la anchura. Por eso discrepo de la gran Teresa de Ávila cuando compara nuestra existencia con «una mala noche en una mala posada».

Gran parte de nuestra sociedad, desorientada, celebra la Navidad con turrón, champán, bombillas, fuegos artificiales y serpentinas multicolores. Con una paz, en la mayor parte de los casos, bulímica, y alcoholizada, conmemora el obligatorio rito de sentirse feliz durante una semana, cultivando la elegancia social de la felicitación, el detalle del regalo, el ritual de las visitas. Una semana de felicidad programada, aunque durante ella, año tras año, tal sociedad -más por trivialidad que por mala fe- pierde una bella ocasión para poderse enterar de Seguir leyendo Feliz Navidad

Las espaldas de Dios

Buscar fuera es un impulso de nuestro pequeño yo asustado, que quiere agarrarse a una mano tendida que le salve de la incertidumbre y del vacío. Perdimos la confianza, o la ocultamos dentro, y con ella, perdimos también la esperanza en el vivir.  Esa confianza aún nos aguarda dentro, y por eso la vida nos empuja, nos anima, a realizar ese viaje, ese descubrimiento maravilloso de lo escondido (etimología de Apocalipsis). Ningún viaje está exento de peligros, más bien, todos los viajes conllevan la superación del miedo, la vivencia del miedo, y éste, siendo el viaje más importante de nuestras vidas, no podría ser de otra manera. Este viaje se hace en una cierta soledad, con nuestro propio paso, nadie nos puede evitar afrontar ese miedo. La realidad nos aguarda. ¡Tantos maestros nos indican el camino! Este viaje debemos hacerlo en la noche de lo que conocemos, requiere nuestra entrega. En esta vida acelerada y dispersa, para entrar dentro, primero tenemos que pararnos y despertar del sueño de que lo que necesitamos está fuera, después es necesario soltar. El dolor consciente nos despierta muchas veces del sueño, y se convierte en nuestro mejor pasaporte en este viaje para recuperarnos, para pertenecernos.

Las espaldas de Dios. El descubrimiento maravilloso de lo escondido

«No te hallaba, Señor, de fuera, porque mal te buscaba fuera; que estabas dentro.»

San Agustín. Soliloquios.

«El reino de Dios está dentro de vosotros.»

Lucas 17, 21.

«Vosotros sois templo de Dios.»

2 Corintios 6, 16.

«Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; más no Seguir leyendo Las espaldas de Dios

Soltarse

Descolgarse de cualquier aferramiento que sirva de lastre a las demandas del Ser; decidido, incluso a borrar del mapa memoria de mí; a des-bautizar, mi propio nombre, para, de ese modo ausente de mí mismo, estar plenamente presente en el Todo, abierto y disponible.

De qué manera, observa, resbala la balada de la luna sobre los cantos húmedos del río, sin aferrarse apenas a la bruma envolvente del remanso, a esas sombras que habitan lo aparente.

Todo va sucediendo en su fluir, todo deja de ser para sí cuando Seguir leyendo Soltarse

Meditación Bilbao