Nos habita una Fuerza descomunal

Dentro del meollo del sufrimiento, y en el mismo volcán de la incertidumbre nos habita una Fuerza descomunal que ha estado siempre en ti, y que ahora clama dentro de tu ser; ahora mismo, sí, cuando, en un momento dado, te entregues a lo que venga, sea lo que sea; cuando libre de toda resistencia, aceptes lo inaceptable, venga lo que venga.
Sí, cuido mucho el decirte que esto que te escribo no es una lección de libro, sino mi propia experiencia vivida, y que comparto también con otros y otras que apuntan idéntica vivencia.
Nacer es sentirse solicitado por la vida y por la muerte, porque la muerte no es lo opuesto a la vida, sino parte de ella: el umbral de otra conciencia, de otra dimensión. De otra certeza. Nacer es vivir al abrigo de una envoltura distinta a las envolturas de las seguridades que hemos fabricado…Nacer de verdad es fruto de abandonar los asideros que nos mantienen artificialmente y que hemos dado por hecho que eran definitivos. Nacer es consecuencia de vivir sin referencias, y experimentar el valor de poder sonreír a la luz recién estrenada, al alba que brota en el corazón de la noche.
El temido fin de un viaje, decía el entrañable sabio José Saramago, es el comienzo de otro. Te dejo para que tú mis@ completes esa experiencia, que es un derecho de nacimiento y no el privilegio de unos pocos.
Rafa Redondo
Sentir subjetivamente…
Tengo que sobrevivir. Ese instinto, me impulsará a percibir bien los objetos:
Esto es leña, esto otro es un hacha, esto es fuego. Si veo un perro grande y babeante que salta una valla y me persigue, rugiendo enfurecido, y lo confundo con un cordero, es probable que sufra algún percance. La facultad del entendimiento es una función biológica para convivir con eso que llamamos» la realidad objetiva».Pero, además, los individuos poseemos otra capacidad de acercamos al mundo, no para transformarlo sino para experimentarlo o sentirlo subjetivamente. De ahí que también sea real decir que tenemos ojos interiores y la cualidad o aptitud para experimentar las cosas subjetivamente, se manifiesta en el arte o en la poesía. Cuando el poeta Rafael Morales, escribe en su poema Los Locos, «¡Ay, que locura de abrasado vino arde en su honda y más profunda vena …! », para una mente «objetiva», este poeta también estaría loco: mire usted, si no, las venas de cualquiera, y dígame a ver en quién ve arder al abrasado vino; en nadie. Por supuesto que para el poeta lo único importante es su vivencia interior, la impresión que ha experimentado frente a «los locos»; él ha sentido la cualidad ardiente y frenética de esas personas, porque es un poeta. Y nadie le llama loco; le llamamos poeta, debido a esa capacidad que posee para ver subjetivamente a las personas y las cosas. De sobra sabe él que el fuego no corre por las venas de nadie….
Pero ocurre que hoy, nos hallamos embotados para ver desde la interioridad. Una epidemia frecuente entre muchos psicólogos académicos, para quienes, la música se reduce a decibelios, las emociones a reacciones químicas, y la inteligencia al esquema de un ordenador. Sería saludable que leyeran a Rafael Morales, a Neruda, o, sobre todo, a León Felipe, pues quien no es capaz de percibir la realidad subjetiva, está tan enfermo como quien no ve la realidad objetiva, sólo que al primero no le llaman esquizofrénico, porque su torpeza psíquica es una enfermedad muy compartida, que, al parecer, es rentable. Por eso, cualquier idiota poético, artístico incapaz de ver más allá de la rentabilidad monetaria, sea hoy considerado como un listo oficial de la economía, de la política o de la ingeniería. Pero la falta de sensibilidad hacia la realidad interior, es tan esquizofrénica como la falta de sentido de la realidad exterior. En nuestra cultura se acepta el pensamiento uniformado como Lo Único Correcto; de ahí que La Psiquiatría defina la esquizofrenia como una percepción de la realidad, que, además de estar deformada, no reconoce la deformación. Visto desde esa perspectiva, nuestra conducta «civilizada», tan incapaz de sentir-se y experimentar-se en su interioridad o subjetividad, satisface esa misma definición: ella misma padece una percepción deformada de la realidad y tampoco alcanza a re-conocer su propia deformación.
La esperanza, sin embargo, radica en que cada vez son más las voces críticas que, tanto desde la misma psiquiatría, la nueva Psicología Transpersonal, como desde los nuevos paradigmas de la Física teórica y de la nueva Biología, lejos de considerar al ser humano como el individuo aislado y manipulable del liberalismo, lo comprenden como una personalidad integral en su cuerpo y en su espíritu, que, al igual que el resto de los seres vivos de todo el universo, se desarrolla o enferma en virtud de su capacidad o incapacidad para tomar conciencia de su pertenencia y relación con una globalidad superior a su propia individualidad, con un medio ambiente y con un cosmos que transcienden el enfermizo egocentrismo con que ha sido programado.
Rafa Redondo

 

Música: Nights from the Alambra – Loreena McKennit

 

 

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