…la sangre derramada no se limpia con sangre…

Las venas dilatadas
La cultura de guerra que hemos creado, impulsado y reproducido, bloquea el flujo vital, el soplo del aliento que bombea la sangre. Una cultura del miedo que va coagulando la esencia que quiere vivirnos, espesando el vaivén del respirar sanguíneo. Densa viscosidad, presión social, voces desesperadas, venas dilatadas. El estallido y la ruptura son inminentes, el dolor aumenta.
¡Corta por lo sano! ¿Y quedarnos sin las venas del aliento? Durante la historia hemos ido extirpando venas anquilosadas, lo cual ha ido aumentando insensibilidad en algunos partes del cuerpo de la humanidad. Una automutilación que nos lleva a la extinción.
La sangre derramada no se limpia con sangre. Es preciso ir a la raíz de nuestra Violencia aprendida. Es tiempo de ir a la raíz de la sanación. Ir a la raíz, a las venas que nos nutren, y cuidarlas. Volver a abrirnos, proponer una nueva cultura que genere formas de convivencia pacificas, que permitan la maduración de la humanidad. No podemos quedarnos colgados en el árbol, aferradas al verde; solo endureceríamos. Es tiempo de madurar, de ofrecernos a la vida, es más, ser la vida que hemos venido a ser. Compartir el color de nuestra propia transformación para nutrir suavemente al mundo.
Nutrir al mundo de amor.
Ese alimento que regenera las venas, hoy, y para las generaciones que se van sumando al cultivo de la vida. Ese alimento que aligera las pisadas y la sangre. Ese alimento que nutre desde lo profundo. En nuestras manos está.

 

Texto de nuestro compañero de camino

 

 

Música:   The Kid in the Cot – Nightnosie

 

 

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