Cuenta el físico Frigtof Capra que estando sentado junto al océano una tarde de otoño, cuando el sol ya caía, viendo las olas arrollarse y sintiendo el ritmo de su respiración, de pronto se hizo consciente de todo lo que le rodeaba como si estuviese envuelto en una gigantesca danza cósmica. Él sabía que la arena, las rocas y el aire, se componían de átomos vibrantes, y estos, a su vez, se estructuraban en partículas que se inter- relacionaban unas con otras, creando y destruyendo otras partículas. También sabía que la atmósfera de la Tierra era bombardeada continuamente por lluvias de rayos cósmicos, partículas de alta energía…Todo aquello Capra lo relacionaba con sus teorías, gráficos y diagramas. Le era familiar. Pero cuando se sentó en aquella playa, sus ideas tomaron vida: «Vi -escribe- cascadas de energía bajando del espacio exterior, en las que las partículas eran creadas y destruidas con un pulso rítmico. Vi los átomos de los elementos y los de mi cuerpo participando de esta danza cósmica de energía; sentí su ritmo y «oí» su sonido. Y en ese momento supe que esta danza era la danza de Shiva, el Señor de los Bailarines, adorado por los hindúes…».
Paradójicamente, cuando más clama el instante, más nos alejamos de él, siendo así, de espaldas a la vida como hemos llegado a robotizarnos. Perdemos, cuando no lo matamos, el tiempo; y la gran tragedia de la vida no consiste en cuánto sufrimos en ella sino en cuánto perdemos en ella, por apartarnos de las señales continuas del sacramento del instante.
La mayoría de nosotros tenemos que admitir que, por más que nuestro extraño instinto suicida las rechace, hemos vivido experiencias-cumbre, que parecían estar -y, de hecho, estaban- más allá del tiempo; hasta tal punto que el pasado y el futuro llegaban a disolverse en la oscuridad..
El pasado, desfigurado en la memoria, no existe; tan sólo el recuerdo de lo que fue presente. Urge liberarnos.
Estamos programados por los medios y por las ondas. Es preciso, por tanto, cambiar de Onda. Cambiar de conciencia, transformar-se, revolucionar-se.
Y despertar de la dormidera.
Rafa Redondo
Múisca : The King of Love – Armand Amar