Una de las formas de mistificación del lenguaje de Jesús, es intentarlo diluir en un contexto espurio como el tópico de “civilización cristiana occidental”, al que se adhiere con pasmosa devoción la actual derecha española, maestra en corrupción, que se autoinstala dentro del marco de esa “cultura cristiana” que el Partido Popular atribuye a su vez a todos los españoles. Hablo de una forma fraudulenta de sentido de pertenencia que elude el compromiso con los débiles, presos, enfermos y marginados de la tierra. Es inconcebible, decía Óscar Romero, que se diga a alguien «cristiano» y no tome como Cristo una opción preferencial por los pobres. A Óscar, «lógicamente», también lo mataron los “buenos”. No basta con ser creyente. Hay que ser creíble. No basta con ser cristiano, hay que ser Cristo. Lo mismo puedo decir de los budistas con respecto a Buda. Y me lo digo sobre todo a mí mismo.
Los cristianos necesitan revisar su carnet de identidad, una revisión sin duda dolorosa, ya que consiste en esclarecer un necesario punto de partida: Jesús no es propiedad exclusiva de ninguna confesión o creencia, ni de ninguna iglesia , ni de “la” Iglesia, porque Jesús es de todos, su Espíritu “se derrama sobre toda carne” incluidos los ateos:
Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera…(MT, 8, 11-12).
Cabe recordar que la firmeza de Jesús ante la hipocresía de los fariseos, no afecta sólo a aquellos seres altivos de su tiempo, sino al fenómeno del “fariseísmo” de todo lugar y tiempo, como el de este lugar y momento, porque el fariseísmo, transciende tiempos y fronteras, personas cristalizadas en estructuras superadas, aunque poderosas, y empeñadas en conservar a ultranza no sólo su forma original, sino principalmente sus intereses y prebendas. Cabe también recordar que quien es conservador es porque tiene mucho que conservar; de ahí su devoción por las prohibiciones legales y formales, que, como la prohibición de curar en sábado, formaron parte de las constantes diatribas entre los fariseos y un Jesús que valoraba más la compasión que la legalidad, siendo en aquel tiempo un motivo de persecución que nadie se atrevía a correr el riesgo de alterar. El mensaje revolucionario de Jesús es terriblemente actual, y no solo referido contra los formalistas, burócratas y ritualistas judíos a los que incluso el Talmud consideraba “impíos que se consideran justos”. No hay, por ejemplo, más que observar las dos varas de medir de los jueces españoles. Los militares golpistas seguidores de Franco que acaban de pedir la muerte de la mitad de los españoles, libres y ufanos. Esos que hielan el corazón de media España cada día. Y que en Alemania ya estarían encarcelados. Hablo de un fariseísmo que manda al exilio a los raperos Voltonic y Hassel por denunciar la depravación del Rey Juan Carlos, o a los muchachos de Alsasua, por mucho menos.
El mensaje anti-farisaico de Jesús, fue dirigido a todo tiempo y lugar, siendo perfectamente aplicable a la actualidad para quienes dentro del mundo occidental, practicando la más agresiva violencia neoliberal se auto-reconocen dentro de la ortodoxia de tal mensaje porque “el cristianismo –señalan- es la raíz de la cultura occidental (sic)”, frase secular del pequeño burgués sobre un Hijo del Hombre que ni era cristiano ni era occidental. Insisto: no olvidemos que a Jesús lo mataron los “buenos” oficiales y estoy seguro de que si en los templos europeos se predicara el Evangelio sin maquillar, esos buenos oficiales saldrían por la puerta para dejar paso a los ninguneados y proscritos, a los malos antisistema, porque él era uno de ellos.., a las prostitutas y marginados, que eran los asiduos de Jesús, que murió entre dos delincuentes y también excomulgado.
Resulta inconcebible, si es que no fuera histórico, que durante largos siglos este mensaje haya sido anunciado a su modo por una autoridad eclesiástica sostenida por el poder político y feudal. Los filósofos marxistas, como el polaco Adam Schaf, el francés Roger Garaudy , el checo Milan Machovec, o el alemán Ernst Bloch, entre otros tantos, dejan muy claro que los ataques de los “herejes” a los cristianos no es debido a que sean cristianos sino precisamente a que hayan dejado de serlo.
Sobre el mensaje de Jesús yo he aprendido y aprendo mucho de estos filósofos verdaderos, que también sufrieron marginación en su entorno a causa de su expresa admiración por el profeta de Nazareth y el socialismo real de los primeros cristianos:
“Todos los creyentes, que ya eran muchos, pensaban y sentían de la misma manera. Ninguno decía que sus cosas fueran solo suyas, sino que eran de todos. Los apóstoles seguían dando un poderoso testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los bendecía mucho a todos. No había entre ellos ningún necesitado, porque quienes poseían terrenos o casas los vendían, para repartirlo entre todos según las necesidades de cada uno”.
Sin embargo, Algo nuevo está renaciendo desde cenizas centenarias y anunciándose en la tierra a través de mujeres y hombres, sean ateos, agnósticos o creyentes, que hoy, empujados por el amor compasivo arriesgan su sangre vida por los pobres del mundo mientras los dueños de la prensa los silencia. Ellos, ellas, y no otros, son, a mi juicio, los que encarnan al Jesús vivo que vive y revive en todo ser humano que ofrece su tiempo y vida en cambiar el vicio de competir por el de compartir. Ese Jesús, que se recargaba el alma se Bondad orando en el silencio de las noches, magnánimo hasta la provocación con las prostitutas, los despreciados recaudadores de impuestos, los jodidos y re-jodidos del planeta, y demás seres despreciables para los arrogantes guardianes de la ley y el orden, religión formalista ante la que Jesús se mostró duro e incluso unilateral, hasta la muerte.
Jesús no cabe en ninguna iglesia; la reventaría por dentro. Pero la casta pontifical que él siempre denunció, lo volvería a matar, porque al poder le horroriza su mensaje. Jesús transciende su tiempo, es de todos: un arquetipo de vida, un sueño, de la humanidad que hoy se hace cuerpo y carne no para que lo instaláramos en una peana, sino para que cada mujer y cada hombre tomaran conciencia de lo que custodiamos en los más recónditos capilares de nuestro corazón. Más allá de toda distinción, de todo escalafón, de toda cultura y raza, de toda religión. Jesús llamó Abba, a lo que Nisargadatta llamó «ESO» sin nombre, A ESE SER SIN FRONTERAS, a esa ternura innata Y DESBORDANTE que todo ser humano alberga en sus entrañas y es capaz de sentir si previamente se vacía de dogmas, de estructuras, y de programaciones mentales: una conciencia de ser, de vivir y ser vivido en la que las personas, SIN DISTINCIÓN, pueden hallar su sentido no porque sean católicos, budistas, musulmanes o ateos, sino por el simpe y sencillo hecho de haber nacido. La experiencia de albergar lo divino es un derecho de nacimiento, sin mediadores ni remediadores, sin ritos ni rituales. Es más cuanto más des-poseído de poder soy, más consciente puedo ser de esa verdad que en cada ser humano habita e interpela al mundo para que despierte, en este mismo instante, ahora que llega el alba
R.R.
Música: Ave María _ Bobby McFerrin