…escuchar y ser testigo…

Las flores del mango caen y acarician las hojas del platanero, regadas por aromas del limón floreciente que trae la brisa. Alientos que se condensan sobre las púrpuras brácteas, caídas sobre las hojas secas de un ciricote. Una hoja naciente y fresca del naranjo flota en el agua.
Ser escuchada con plena atención y genuino interés es un abrazo que une almas, que genera comunidad, acompañamiento. Escuchar y ser testigo de nuestra propia vulnerabilidad. Escuchar, profundamente, para reconocernos desde nuestras diversas historias, en sentires comunes que transcienden la creada separación.

 

Foto  y reflexión de Alejandro Ashley

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