Con Alma Vacía y limpia

Lo hallarás en ti, y no sólo por tu esfuerzo, sino porque, sencillamente, es rigurosamente inevitable. La Totalidad es tu guarida, y puedes verla porque puedes ver-te y en Ella vertirte. Insisto: IN-E-VI-TA-BLE. Insisto más: vertirte en tus adentros; vertirte, no di-vertirte. A algunos les cuesta comprender que la experiencia del Ser de Dios no depende de niveles de renta, ni de que te atiborres de cursillos de mindfulness; incluso se da con más facilidad en los desposeídos, quienes, como todo ser nacido, pueden experimentar que en su no acorazado corazón cabe el Océano Pacífico y en el cuenco de sus manos las más bellas puestas de sol del Universo. Digo esto porque hay cada vez más personas adictas al “turismo espiritual”, muy capaces –y económicamente muy capaces- de dar la vuelta al mundo buscando ser lo que siempre han sido y son, pero muy torpes a la hora de girar a sus adentros, por muy asiduos a eventos místicos que van desde Europa hasta la India y los Himalayas.  Lo cual no impide que, si te apetece divertirte y tienes medios para hacerlo, hagas turismo espiritual por los confines de la Tierra, para conocer que al Infinito nada finito ni infinito puede añadirse, porque dejaría de ser el Infinito…
Para quien, con alma vacía y limpia, sabe detenerse y permanecer en la atención, la visión de un crepúsculo en Hawái, no alcanza ni por asomo la belleza incomparable que alberga el franciscano vibrar de un tembloroso gorrión.

 

Rafa Redondo

 

 

Múisca: Loreena McKennitt – Pnelope´s Song

 

 

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