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OTOÑO EN BARNEZABAL


 

Testimonio A.L.

Gracias es la primera y sentida palabra que brota de la profundidad de mí SER al evocar este  intenso y silencioso Sesshin de otoño en Barnezabal, rodeada de una naturaleza esplendorosa y cambiante como la estación otoñal reclama.
Gracias por el aire repleto de calidez que se respiraba tanto en el interior y cada una de sus acogedoras salas , como en el exterior y cada uno de sus luminosos espacios. Todos ellos habitados por una comunidad-Sangha unidos con un mismo propósito impregnarse  del » Aroma de Zen» y con ello avanzar en lo único realmente importante
» Transparentar el Ser».

A.L.

 

Testimonio   G.

Palabras sobre la vivencia en el Sesshin de Berriz

“El silencio en Berriz contrastaba, y de qué manera, con el parloteo de mi mente y, a su vez,

era precisamente ese silencio el que favorecía que los pensamientos fueran aquietándose,

ralentizándose y, posiblemente, acunándose merced al no murmullo del exterior, ni siquiera

del interior. Es entonces cuando se abre un estar, un ser, un percibir verdaderamente

posibilitador”

 

Gracias a la Sangha por esta matriz vivencial en la que he podido nutrirme

Gracias a las personas que han llevado la organización por permitirme acompañarles en el acompañamiento del resto.Gracias, Rafa, por tu presencia, tus palabras, tu limpio resonar de la voz de la fuente primigenia

G.

DOS DIAS EN SILENCIO

Me llegan estas vivencias de ciertas personas asistentes al sesshin de Berriz.

 

 

Dos días en silencio. Un ritmo im-propio. Un papel pautado. Distintas invitaciones, cada cual elige la suya o es elegido por una…

Yo, en un silencio que me aquieta, en un ritmo que me enmudece, entro en un estado que licua pensamientos añejos, solidifica emociones y abre otras posibilidades. Abro una mirada, de manos tendidas, a través de la que de verdad veo, la mirada que me descubre en y con todo (dios?, cada día tengo menos prejuicios). Y siguiendo una invitación, la de Rumí, re-abro el camino a la puerta del corazón. Un camino en el que, embriagada por unos alrededores aligerados por paisajes de alegría sentida y placentera, despiertan mis sombras. No hay asombro, hay certeza, un núcleo de tristeza. Aflora primero la huella y después la lágrima, ha habido otras, vendrán más, son parte del camino.

Y él, maestro, vecino, amigo, siempre AHÍ… Invitación e (im)perfecto modelo que, después de este verano de sol y carne, luce un brillo nuevo. Su equipo, compañía y salvaguarda, propuesta y respuesta.

Y ella, omnipresente, en el rumor del agua, en su incansable fluir. Omnipotente, en la mole de piedra que se ofrece como ancla, horizonte o vara de medir. Omnisapiente, en el haya que hunde las raíces en la tierra, entierra las ramas en el cielo y sigue creciendo/siendo arriba y abajo, abajo y arriba…

Y todos, sumando. Fisgando, rastreando, lo propio (que no lo es tanto) y lo ajeno (que lo es cada vez menos), lo interno y lo externo (separados por una línea cada vez más y más fina), compartiendo un silencio cómplice, un gesto locuaz, entremezclando miradas, respiraciones y VIDA.

E.