Rafa me invita a poner palabras a mi experiencia. ¿Experiencia de qué?, le pregunto. Sabía que me ibas a preguntar eso, responde. Tu experiencia del Zen, de la Sangha, del último retiro,… Y aquí estoy meditando qué decir y esclava de mi “Pepito Grillo particular” que exige que sea algo sesudo y profundo.
Contar algo, ¿pero qué?, ¿sin “una experiencia” propia? Rebusco y sólo encuentro un minúsculo anhelo acorralado por ideas que se amontonan en mi mente. Tengo ideas para casi todo. Por ejemplo, me pregunto a menudo “¿y esto del zen es “real” o una “jamada de tarro” sin más?” y automáticamente me respondo “la duda es útil durante un tiempo. Todos tenemos que pasar por el jardín de Getsemaní. Si Cristo dudó, nosotros también debemos… Pero hay que progresar. El hecho de escoger la duda como filosofía de vida es como elegir la Seguir leyendo El rostro del amado, por Matxalen Somoza