Archivo de la categoría: Palabras para acompañar

En este espacio, se brinda esa compañía que emerge desde lo más profundo, de alma a alma.
Palabras que, desde la presencia, dan la mano a la persona en el proceso de autoconocimiento.
Un pequeño lugar de encuentro y reflexión en el – a veces difícil- Camino cotidiano.

La compasión

La compasión no es una simple actitud, menos aún mera noción, sino la consecuencia y el fruto de un vaciamiento del corazón, que nos abre a la Unidad.

La fraternidad y el servicio (palabras tan usadas…) son sólo eso: un resultado, un efecto del des-aprender, del “des-prendimiento” (soltarse de los prendimientos), del des-aferramiento, de eso que los budistas con tanto ahínco llaman “desapego”. Saber estar solo, vivirse en soledad, como portal del Amor.

Pero estoy hablando de un soltarse natural, al margen de creencias aprendidas o actitudes religiosas de imitación a seres llamados santos, o maestros. Compasión o fraternidad son palabras que Seguir leyendo La compasión

Atravesar la noche negra

Para alcanzar la pura experiencia del Ser, que llamamos Dios, es preciso atravesar antes por la profunda experiencia de su ausencia: el camino estrecho de la noche negra, la lejanía del Buscado. La espesa Nada del sinsentido, de la soledad, incluso de la extinción. Así de claro. Y cantarás «que bien se yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche».

Con qué inmadura alegría hablamos de «liquidar el ego» sin pretender siquiera atravesar el umbral de las mencionadas estrecheces, ni atreverse a acercarse al brocal del pozo oscuro, ni a la desnudez del que no sin sufrimiento aprendió a ser Nadie. Lugar sin lugar, plenitud sin orillas ni costuras, donde reside el dios libre de Dios, libre del yoga, libre del zen, y, sobre todo, libre de mí.

Luchar… sin odio

Puedo pensar en la atrocidad de quienes sin gobierno nos gobiernan, sin compasión y arrogancia ignoran a los desasistidos, echan de su techo a los desheredados, siembran de pánico a los desahuciados, ignoran a los niños, a los débiles y enfermos.

Puedo poner mi pluma y mi tiempo en su favor… y pudiera escribir los versos más tristes esta noche, pues me toca de muy cerca ese cruel cerco. Pero no les obedezco, no les odio.

En la más profunda vena de esa refriega cotidiana, se que puedo Seguir leyendo Luchar… sin odio