Esa extraña grandeza, que,
si con atención se mira,
en las cosas pequeñas se des-cubre…
Esa secreta dádiva,
esa escondida luz
que los ojos del mundo
hoy regalan a mis ojos…
Esa extraña grandeza, que,
si con atención se mira,
en las cosas pequeñas se des-cubre…
Esa secreta dádiva,
esa escondida luz
que los ojos del mundo
hoy regalan a mis ojos…
Liberada del yugo de las horas,
se desliza la Acción de lo sin forma:
insomne,
sin gesto que la arrumbe.
Y aún más implacable
cuando a mis manos se entrega y me devora
en mutua dádiva imparable.
Acción de lo sin-nombre, abierta al arco múltiple que estalla en la Materia.
Acción que, sin hacer, me hace hacerme Nadie
y de Nadie me fecunda,
esculpiendo en el alba este poema.
El brotar del asombro
Rafael Redondo Barba
Ediciones Mensajero, S.A., 2012
ISBN 8427133731 ISBN-13: 9788427133730
“Nuestro cuerpo duele, se duele, cuando el Ser no puede en él expresarse. Y duele el alma.”
Rafael nos previene, pues, de la banalización de la meditación y del Zen, que propicia el mercantilismo de estos tiempos. Nos recuerda que la espiritualidad es el reino de la radicalidad. Incumbe a la dimensión absoluta, a aquello que es intrínsecamente valioso, se justifica por sí mismo y nos demanda de forma incondicional. Es inaccesible a quien espera un beneficio de su búsqueda, pues la verdad no da ventajas. Es el reino de la motivación pura que se revela cuando permanecemos desnudos, sin ambiciones, sin expectativas… sabiéndonos nada, sin buscar nada, sin aferrar nada, profundamente interesados en la verdad; amándola totalmente, pues únicamente se entrega a los extremados. Solo entonces la Realidad se precipita. Solo entonces, en palabras de Rafael: “un día, salta en pedazos el velo. Y cantas, cantas”.
Mónica Cavallé