Buscaba yo a tientas dónde poder posar mis brazos para remar junto a los tuyos, e igual que Tú: a contracorriente.
Al mirarme y verme sin poder nadar, se revolvieron tus entrañas – me dijiste-. Me regalaste tus brazos para siempre. Tu paciente sedal de pescador suplió mis fuerzas allá en el vaivén nocturno del Mar de Tiberíades. Me sigue acompañando, y aún tira de mí
hacia tu orilla. Lo sé.
En los desvanes de mis noches, ahora oscura, aún recuerdo entre la niebla el imborrable fulgor de tu mirada serena y compasiva cavada en mis tejidos.
Clareaba el Alba.
Y sigue clareando,
aunque es de noche.
Ellos, centuriones del miedo,
los que más miedo tienen,
invierten sus acciones en angustia,
y lo hacen diariamente.
Nosotros, sin embargo, tenemos la Fuerza
de plantarle cara, de atravesarla,
de transcenderla, de derribar
fronteras, muros, diques.
Y de sembrar la Paz.
Ese Aliento nutriente que a Vivir empuja
desde antes del Big Bang.
Mira al Miedo de frente.
Despierta. No te paralices…
No ocupa lugar,
ni cabe en los cerebros.
Ni el pensamiento, que es tiempo,
ha logrado cubrir
la limpia desnudez de la Conciencia.
Pero puedes traerla hacia tí
ligera de equipaje y de ropaje:
sentir que te atraviesa…
Te digo más:
cuando entras en sus aguas
descubres que desde antes de nacer
ya estabas empapada.
Rafael Redondo
Música: Jerusalema Dance Challenge
Maravilloso Rafa, me ha colmado d amor su lectura.bmuchas gracias y un abrazo.