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PRESENTACION DEL LIBRO ENSEÑANZAS DEL SILENCIO DE MORATIEL, AUTORA: ALICIA MARTINEZ

Os animamos a acudir a la presentación de  este extraordinario libro, las Enseñanzas del Silencio de Moratiel, el 14 de diciembre a las 19.30 en Elcano 21, Bilbao.

Son las enseñanzas de un hombre sencillo, cálido, cercano, que lo dio todo por enseñarnos el camino de la pobreza, de la limpieza de corazón. Es una luz encendida en ese camino a la que nos acerca Alicia Martinez.

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Circular: Volverse otoño en IparHaizea

 Escribo en otoño. A mis setenta y cinco años vivo esta estación como el atardecer de mi atardecer; también, y sobre todo, de un sentido renacer.

Otoño, primavera interior. Bienvenido seas tú, mi caro otoño, tiempo extraño al tiempo; el que nos lleva a la interior morada de la creación, mientras todo exterior suena a demolición. Todo en otoño es volver a la raíz, al secreto resuello de la hoguera encendida en los adentros…

Ahora es otoño. Todo vegetal, arbusto o árbol, ahora se entierra, se introvierte en el silencio de su inaudible latido. Y el ser humano también se vuelve otoño, testigo de su propia muerte y de su nueva vida. Tal es la lección de la savia sagrada que fertiliza el corazón de  las estaciones. La vida, se repliega en la madre tierra, aguarda en silenciosa espera el brotar perenne de encendida luz y  primavera.

Ahora es otoño; nos toca serlo, y ser otoño, en las circunstancias que vivimos, no es  asunto de  mera climatología. Ahora, la vida, tan hospitalaria y receptiva, se congrega y nos congrega en el fondo de su Fondo. Una estación austera y desprendida como el amarillear de las copas de los chopos, que se desnudan progresivamente de sus hojas. Hora de transformación de la raíz hasta la copa.

Ahora es otoño. La vida ha quedado enterrada, sin el mínimo sudario que cubra su desnudez. Pero su gran fuerza, alojada en las entrañas de la embarrada tierra, latente e incendiaria, alimenta la semilla que hará reventar la propia muerte, y  la falsa conciencia que a modo de fortaleza hemos forjado. Horas de derribo y de limpieza.

Ahora es otoño. Hora de saber des-prenderse  como las hojas y des-aferrarse de los miedos con que los poderosos, apelando a tu inexistente seguridad, te acosan, y  amedrentan. Ante ellos solo cabe la  silenciosa respuesta de quien, aupado en la fuerza de  su fragilidad, mantiene el cuidado de aprender a soltarse del miedo y la amenaza incapaces de derribar tu interior castillo.

Urge saber vivir desposeído, y de esa forma poder afrontar las amenazas de los insaciables fabricantes de mortajas. Urges saber caer. Y saber volar sobre los lomos de los escorpiones. Como las desprendidas  y confiadas hojas. Tal es nuestra fuerza.

Ahora es otoño. Época de aprender la sagrada danza de la reseca hojarasca,  de  saber besar el suelo sin humillarse, de aprender a bailar sobre nuestras propias raíces, tan ajenas al volátil Dios Mercado. Será preciso saber vivir sin nada, o buscar un  rehabilitador que nos adiestre a no endeudarnos con los verdugos que todo lo calculan y cuentan, aunque también ellos tengan sus días contados.

Y conviene aprender a caer y levantarse sin dolor, a desprenderse del anzuelo que desde siglos nos sujeta al sinsentido de la patología de la normalidad. Una transformación de dentro afuera, no al revés. Un cambio de casa, no solo de muebles. Un nuevo modo de sentirse especie humana.

Casi nadie sabe en qué consiste eso de saber caer, pero hoy nos toca aprender los movimientos de bajada. Y nos da  miedo.

Mas el pánico es rentable para la eterna minoría, el miedo paraliza al frágil yo, pero las hojas, confiadas, nos enseñan a desprenderse de su temporal cobijo. Saben de una Unidad no globalizada, comprenden que existe otra conciencia, otro modo de vida, otro modo de ser acorde con las raíces el Ser.

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El zazen: una metáfora de la creación poética, por Hugo Mujica

Del pino
aprende el lenguaje del pino
y del bambú
aprende el lenguaje del bambú.

Basho

Los niños y los genios saben que no existe el puente,
sólo el agua que se deja atravesar.

René Char

Hay dos posibles maneras, por dar un ejemplo, de estar ante una puesta de sol -ante ella o ante la vida- una es verla, ver la evidencia en sí misma, abrirse al don de lo que está sencillamente dado; la otra, la habitual, es reflejarse en lo que se mira. Una va, se libera; la otra vuelve, se repite, se repliega. En la primera el sol aparece, en la segunda me aparece. Aquella primera contempla, se despliega en la alteridad, la segunda mira, mira pero no ve: se ve.

Tan pronto como las cosas dejan de ser profanadas por la finalidad, dejan de ser un medio hacia otra cosa más, ellas son su ser, las cosas y nosotros también. Para la mirada contemplativa, para el saber del no saberse, para el ver que no mira, las cosas se manifiestan: son. Para la mirada habitual, por el contrario, las cosas no aparecen, no son en su libertad, es decir en su belleza, son su utilidad, son lo que Seguir leyendo El zazen: una metáfora de la creación poética, por Hugo Mujica