Todas las entradas de: IparHaizea

“…Así teje la vida los días y las noches del existir…»

 

“….Y a la vida no cabe reprocharle
que algo así sucediera, ni tampoco
el trato desigual que me otorgó:
fue benigna conmigo y fue terrible,
igual que es ella con cualquiera siempre…”
“…Así teje la vida los días y las noches del existir. Y en ese
piadoso no saber, en esa trama
de compasiva oscuridad,
no falta nunca el hilo luminoso
de la esperanza”.
(Eloy Sánchez Rosillo)
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De Blaise Pascal aprendí el vicio de la apuesta.
Probé mi corazón en la tormenta. Aposté. Y en la propia flor del puñal, dentro de remolinos abismales, aposté, esperando el final de la intemperie, sentado frente a sórdidos rincones del polvo.
Quise sobrevolar sus costuras espectrales, vivir en el vacío que habita la palabra y atravesar los túneles abiertos que alcanzan la otra orilla, empeñando mi historia, abandonando mi curriculum vitae en los cuencos del lodo, sobre el tapete donde juegan a los dados los ángeles del límite, alados custodios del paso del abismo, rodeados, sin darse cuenta, del fulgor indecible de una estrella.
Allá en el fondo abismal, cabe, (¡y qué bien cabe!) un dios que nos alienta. Y que también nos deja malheridos. Lo fascinosum y lo tremendum. Ese punto inhabitable en que el mi amigo Eloy señala que coincide la vida con la muerte.
Hay en el límite
abismal o celeste de la belleza extrema
algo que nos fascina y nos malhiere:
Un vértigo que avisa del peligro
cuando ya no hay más remedio,
un punto inhabitable en que coincide
la vida con la muerte.
Así, a las noches suceden otras noches, aunque todas acaban sucumbiendo ante la aurora; unidad de muerte y vida, unidad –Unidad- que mantiene aún el brillo de la Luz originaria.
Qué aliviante, por todo ello, cuando el doble rostro de Dios nos zarandea, cuando de esa su fuente y fuerza, adquirimos el valor para mirar el fulgor de su filo bipolar de paz y guerra, qué don incalculable, entonces, poder exclamar con Juan de la Cruz, fuera del tiempo:
En la fuerza de mi fragilidad…Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche…
R.R

Música:   Anne Clark – Journey by Night

 

…Incendiasteis las formas…

 

Incendiasteis las formas,
transcendisteis las leyes
abrasasteis sus envases.
Vuestra vida, un volcán
de Brasa Viva.
Buda, tú me abres las puertas a una dimensión vasta y global de la Energía del Ser Vacío; Jesús, tú me revelas lo que “me ocurre” cuando esa Energía se torna forma y modo humanos.
Tú, Buda, aportas y eres la apertura clarificadora; tú, Jesús, su concreción carnal y temporal en la forma del suceder humano vibrando ante Abba…
R.R.

 

Musica:  perpetum Mobile- Penguin cafe Orchestra

 

 

…la sangre derramada no se limpia con sangre…

Las venas dilatadas
La cultura de guerra que hemos creado, impulsado y reproducido, bloquea el flujo vital, el soplo del aliento que bombea la sangre. Una cultura del miedo que va coagulando la esencia que quiere vivirnos, espesando el vaivén del respirar sanguíneo. Densa viscosidad, presión social, voces desesperadas, venas dilatadas. El estallido y la ruptura son inminentes, el dolor aumenta.
¡Corta por lo sano! ¿Y quedarnos sin las venas del aliento? Durante la historia hemos ido extirpando venas anquilosadas, lo cual ha ido aumentando insensibilidad en algunos partes del cuerpo de la humanidad. Una automutilación que nos lleva a la extinción.
La sangre derramada no se limpia con sangre. Es preciso ir a la raíz de nuestra Violencia aprendida. Es tiempo de ir a la raíz de la sanación. Ir a la raíz, a las venas que nos nutren, y cuidarlas. Volver a abrirnos, proponer una nueva cultura que genere formas de convivencia pacificas, que permitan la maduración de la humanidad. No podemos quedarnos colgados en el árbol, aferradas al verde; solo endureceríamos. Es tiempo de madurar, de ofrecernos a la vida, es más, ser la vida que hemos venido a ser. Compartir el color de nuestra propia transformación para nutrir suavemente al mundo.
Nutrir al mundo de amor.
Ese alimento que regenera las venas, hoy, y para las generaciones que se van sumando al cultivo de la vida. Ese alimento que aligera las pisadas y la sangre. Ese alimento que nutre desde lo profundo. En nuestras manos está.

 

Texto de nuestro compañero de camino

 

 

Música:   The Kid in the Cot – Nightnosie