Tras las penumbras algo ofrece asilo mientras hiere.
Algo fulge, entonces, en la misma guarida de la oquedad herida
que ese Algo produce.
La luz de amanecida
acaricia la umbría excedente de la noche,
se eleva hacia las simas.
Enorme es La Fuente cuando el ser de la existencia se deja regar por lágrimas sin más causa que el don de agradecer.
Mientras, los brazos, consagrados como Mundo, sé que se elevarán solos, penetrando el éter de la aurora, haciendo aparición lo que jamás a primera vista estuvo. Pues, no sin dolor constaté al brotar del alba que ésta sólo se digna mostrar su verdadero rostro a quien, sin más lumbre que sus latidos, se atreve atravesar la noche.
Por eso, armado de la herramienta humildad –no de la virtuosa, sino de la necesaria-, puedo afirmar cuán dócil a su reclamo misterioso la luz amaneció en la quietud de mis escombros, hasta sentir su tacto en la muerte de la muerte.
Yo, tu instrumento…
y qué dolor mientras afinas mis frágiles cuerdas…
aunque luego,
al abrir las ventanas quedo asombrado de la música
Otoño es el espacio del silencio. Espacio de encuentro con el magisterio interior, lugar para descansar en el Testigo del Ser. Y recobrarse. Y crecer en las raíces mientras la copa se desnuda. Y amar. Y, en forma de Ausencia, poder albergar la invisible Presencia. Otoño es un hogar propicio para acallar el vocerío y restarle decibelios a la actual locura de los medios que ni median ni remedian; y todo ello para que la Voz de toda voz sea audible y quede su eco. Otoño puede ser tu lugar de revelación de un mundo colosal que demanda ser atendido en tus adentros. La explosión de lo latente, oculto, entreverado…donde tú eres más tú, lugar de hacer el amor que nos da a luz. Creo que fue nuestra amiga, la poeta Alicia, quien un día me dijo una obviedad sagrada: “El que mora en el Silencio es insumiso a lo establecido…”. No se deja atar a ninguna tradición, porque es fiel a lo Real que en él palpita.
Otoño, claridad de las calladas horas; primavera interior. Aespacial espacio, donde pueden ser oídas las rimas dela Inocencia. Callo.