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Meditar es desvelar la verdad desnuda que la mente vela…

 

El Ser del Silencio carece de voz, y, a pesar de ello, se manifiesta en el tumulto de toda la creación. Pero el ser humano tiene a mano
en cada instante la ocasión, y la gracia, de poder escuchar lo inaudible dentro de su más profundo centro; también el deber de transparentarlo a los demás, siendo esa su razón de ser y de estar en el mundo (Ver nota a pie de página).
La sentada en silencio es un privilegiado escenario donde el Ser actúa y expresa en un lenguaje sin palabras la Epifanía que afecta a todas las potencias humanas. Toca el cuerpo, lo mueve y lo conmueve. La sentada en silencio (Za-zen), es un «lugar» de encuentro con el Ser, donde se hace posible apreciar la voz, sin voz, de la demanda latente de un encuentro con lo que de modo inexacto –aquí la exactitud fracasa- se ha llamado lo Otro de mí.
Al ser humano le ha sido conferida la palabra, y nosotros mismos, en la forma que nos ha sido dada, estamos en situación de poner el verbo a ese interpelante ruego que brota de nuestra más profunda entraña. Es más, nosotros mismos somos esa Verbo que continuamente, sin cesar, brota y rebrota del Silencio.
Transformados por el ejercicio de la verdadera meditación, somos –podemos serlo- el fruto sazonado de ese encuentro.
NOTA:
Cada obra humana, de suyo inacabada, contiene lo in-contenible, y abrazando la infinitud, desdice al yo de su artífice, abriéndose a un infinito que traspasa diferencias. Toda obra humana es un después, porque toda obra, en mayor o menor grado, testifica el Origen de su anterioridad a sí misma: ella misma es, por tanto, un después, su ahora. Y su eterno despliegue hacia otra orilla. Su ser es su abrirse

 

Música:  Davy Spillane – Midnight Walker

…Atento…

 

El creador de vida -o artista de la vida- es un ser a la espera. Atento como un pescador sobre un lago helado, vigilante como guepardo, alerta como un piel roja merodeando en terreno hostil.
El creador de vida, sabe de la nada; tiene honda fe en ella. Él mismo es Nada, depone su existencia porque tras ella atisba confiado la Presencia en sus latidos. Confía en su brotar.

 

 

 

En las oscuras horas
también la Infinitud te habita.
También
en las oscuras horas,
su luz puede abrasarte
fluyendo por tus venas.
Faro que al retirarse ama,
que al apartarse dona.
En las horas oscuras…
de corazón te digo
que esto no es literatura.

 

 

R.R.

 

 

…Allende el tiempo y el espacio…

Esa es mi angustia: vivirme tan sólo como carne, exiliado en el cuerpo, repatriado del Alba que no cesa.
Ese es mi Despertar: reventar el límite corpóreo, y ver brotar surcos de fuego y luz entre mis células.
Te escucho, Dios Abba, sin forma, y veo, y palpo en el latido de todo lo que en ti me vive y me re-vive.
Y me dejo llorar en tu rocío, Madre Total del Universo, mientras, armado de valor, me hundo y más me hundo en el pozo abisal de tus silencios.
Tú, Ruáh, aliento en todo aliento, reclamo a todas horas;
cauce y camino virgen donde el miedo a perderte se evapora, al filo de este instante, cuando el asombro brota.
Ese raro don,
que se derrama en todo ser viviente,
esa antorcha en la umbría
que alumbra este dialogante soliloquio
en la espesura de las noches.
Sí, ese raro don,
que asoma entre las grietas del Vacío:
mi desnudez, tan tuya,
magnánima ceniza enamorada,
las sola piel como único aderezo,
Como ese raro don
que brota al apagarse los sentidos,
y aquietarse el cerebro y pensamiento,
cuando se extingue ese eco enloquecido…
tan leve, tan suave, tan despacio
brotando igual que niño en hondo asombro…
allende el tiempo y el espacio…
 Música:   Franco Battiato  –  No time No space