Es un error pensar que el milagro pertenece sólo a lo desconocido, al mundo de lo extraordinario. El hecho milagroso, reside fundamentalmente en el mismo corazón de la vida cotidiana, de lo sobradamente conocido, de lo que se cumple en lo ordinario.
Por todo eso, es cuestión de “cambiar de anteojeras” y comprobar cómo la vida, que insta en cada instante, ella misma es un milagro omnipresente, una celebración de la creación, que, bajo un azul despejado de nubes, desea danzar bajo la brisa de lo nuevo. ¿Cuándo no fue primavera?
En mi misiva de ayer, me dijeron que el contenido era incomprensible; tenían razón. Hoy trataré de ser más explícito, aunque auguro que escasearán los «me gusta».
La represión de la conciencia, no es generada sólo por vía mental, como pensaba Freud, sino por vía social, vía escasamente considerada por la Psicología establecida. En esta sociedad derechizada y miedosa, donde el miedo cotiza en bolsa, hay asuntos tabú que no sólo no se pueden decir, sino tan siquiera pensar. Por ejemplo, si uno muestra sentirse afectado por la pobreza, es respondido: «lo tuyo es compasión búdica». Pero si uno pregunta por las causas de la pobreza, es tildado de comunista. La mediocridad, globalizada, que prevalece en hoy en España, no pasa de ser lo que es: una borrachera compartida que alanza cotas de epidemia.