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Nadie en Casa

 

Me dices que la lectura de un bello texto te ha impactado. Pero ha sido algo más rico, e incluso más complejo en en su hondura. Se trataba de que tu corazón, en lo más íntimo de él, ha sido conmovido. Lo más sagrado de ti, lo más divino, ha hecho brotar de él un manantial de lágrimas que hicieron un colchón en tu corazón.
Rafa Redondo
La Vía del Buda,
no te es ajena,
se alberga en tus talones…
Rafa Redondo
Por ser su ruina,
el Ser estorba al ego;
su luz lo incendia…
Rafa Redondo
Se suele preguntar si la mayoría de las prácticas espirituales capacitan a quien las practica para mejorar su carácter. El problema es que muchos creen que hay un alguien que necesita mejorar….
Rafa Redondo

 

 

Música: Elysium – Hans Zimmer

 

 

Darlo todo por perdido

Darlo todo por perdido. Tocar fondo.
Puede, cuando apenas ya nada de nada esperas, abrirse una grieta, en la todavía sangrante carne del alma, por donde se asoma una extraña (aunque curiosamente siempre sea la misma) antorcha, que alumbra la apertura a otro lugar.
Puede que, en tal ocasión, por mucho que te duela hasta el aliento, en esa grieta asome la ocasión de contemplar una nueva tierra, donde, sin a penas saberlo tú siempre habitaste. Y te habitaban.
A partir de ahí, tu reacción quizá tan solo sea un gesto, el primer gesto de todos tus gestos verdaderos.
Y el primer indicio, también, de que has comenzado a vivir.
(Rafael Redondo, en Aromas del Zen editorial Desclée de Brouwer

 

 

Tú, Gran Silencio,
huracanado aliento
de tu Presencia.

 

 

Rafa Redondo

 

Difícilmente para mí prescindir de la repetición desde texto que tanto me anima a vivir con generosidad y confianza .
Al aproximarse y ver la ciudad, lloró por ella y dijo: si conocieras tú por fin en este día el camino de la paz…mas ahora queda oculto a tus ojos, porque sobrevendrán tiempos malos, te cercaran tus enemigos…
(Lc, 19, 42)
Te aproximaste a Jerusalén junto a los tuyos. Y al llegar a la cima desde donde se divisaba la ciudad Santa, sentiste un temblor escalofriante sobre tu piel, la contemplaste ensimismado, emocionado. Y todo ello ante el escenario de un duro final que jamás rehuiste.
Ante Ti la bella ciudad del Templo, con sus muros, sus palacios, su historia; toda ella bajo tu mirada…. Y, no pudiéndote contener, rompiste a llorar.
Me llama la atención, compasivo Maestro, que no fuera el duro final que preveías el que arrancara tus lágrimas, sino la suerte de aquellas gentes…
Mascabas ya la soledad más hosca que adivinabas y a la que también te adelantabas; pero la tuya, Jesús, era una soledad enamorada. Tú eras y eres –lo sé muy bien- quien consuela y acompaña a la soledad de los más solos…
Rafa Redondo

 

Música: Hildegard of Bingen : De Spiritu Sancto

 

 

 

Tarde te amé

Eso que llamamos Dios está en lo íntimo de cada ser humano. No es algo separado de nuestra vida, no, no es una fabricación de nuestra mente, una representación medio intelectual o medio afectiva, el juegos de nuestra imaginación que nos sirve para vivir «ilusionados». Eso que llamamos Dios es una presencia real subrayo: una presencia real que está en a raíz misma de nuestro ser. Esta presencia no es evidente. No se capta como se captan otras cosas más superficiales. Se la percibe en la medida en que uno se percibe a sí mismo hasta el fondo. í, hasta el fondo. Su misterio es tan inalcanzable como lo es el misterio de cada ser humano. Dios se me hace presente cuando me hago presente a mí mismo con verdad y sinceridad. No es posible entrar en la experiencia de Dios si vivo permanentemente fuera de mí mismo. Os invito a que leáis las confesiones de San Agustín, concretamente su TARDE TE AMÉ.

 

Rafa Redondo

 

Tan sólo en el silencio, pura Ausencia
de memoria, palabra y pensamiento;
allá, en la misma instancia del momento,
emerge «lo que es», pura Presencia.
En el silencio aflora la existencia
que no existe; la no nacida, evento
ajeno al tiempo, espacio y movimiento.
La presencia de Dios en su impresencia.
Revienta la palabra. Y, ya desnuda,
desde su vientre emerge un hondo hueco:
la plenitud del Ser. No tengo duda.
Fluiré sin dejar huella, y que en el seco
desierto, al fin se escuche, eterna y muda,
la estrofa donde un dios dejó su eco.
¡Chap!
Se desprende una rama
sobre los nenúfares del lago.
Y regresa el silencio.
Rafa Redondo

¡ Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!

Tú estabas dentro de mí, y yo fuera,
y por fuera te buscaba, y deforme como era
me lanzaba sobre las cosas hermosas por Ti creadas.

Tú estabas conmigo,
y yo no estaba contigo.
Me retenían lejos de Ti todas las cosas,
aunque, si no estuviesen en Ti, nada serían.

Música: Tarde te amé – San Agustín