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Otoño, primavera interior

Mujer, nadie te condenó; yo tampoco. Vete y no peques más.
No se lo dijiste bajo la condición de que no pecara de nuevo, para volver a ser castigada. Tu amor es incondicional. Mostraste ante esa mujer el verdadero rostro de la bondad de Dios. Tu hijo José Antonio Pagola lo resume así:
Cuando no tengas a nadie que te comprenda, y cuando todos te condenen, cuando te sientas perdido y no sepas a quién acudir, has de saber que Dios es tu amigo, Él está de tu parte. Dios entiende tu debilidad y tu tropiezo… lo que la mujer adúltera necesitaba no eran piedras, sino una mano amiga que le ayudara a levantarse. Quizá descubramos entonces que lo que muchas personas necesitan no es la condena de la Ley, sino que alguien les ayude y les ofrezca una posibilidad de rehabilitación. Y Tú, Jesús lo entendiste muy bien.
Todo ello significa, añade mi amigo José Antonio Pagola, que en toda situación de la vida como en todo fracaso, en toda angustia siempre hay salida. Todo puede convertirse en gracia. Nadie puede impedirnos vivir apoyados en el amor y la fidelidad de Dios.
Una enseñanza equivocada nos ha mostrado que Tú te enfadas con los proscritos, Tú, precisamente Tú, que te dejabas acariciar los pies por las prostitutas, andabas entre publicanos y pecadores. Y, para remate, acabaste crucificado entre dos bandidos.
Pocos te han entendido, Jesús. Lo tuyo, tu Buena Nueva, no es una enseñanza moral, sino una manifestación continua de lo que es la incondicionalidad del verdadero amor.
Nadie, nadie jamás, sea de la condición que sea- lo sé muy bien-, podrá separarnos del amor de tu Padre y de su perdón.
Rafa Redondo
Sigo, y sigo…
Otoño es el espacio del silencio. Espacio de encuentro con el magisterio interior, lugar para descansar en el Testigo del Ser. Y recobrarse. Y crecer en las raíces mientras la copa se desnuda. Y amar. Y, en forma de Ausencia, poder albergar la invisible Presencia. Otoño es un hogar propicio para acallar el vocerío y restarle decibelios a la actual locura de los medios que ni median ni remedian; y todo ello para que la Voz de toda voz sea audible y quede su eco. Otoño puede ser tu lugar de revelación de un mundo colosal que demanda ser atendido en tus adentros. La explosión de lo latente, oculto, entreverado…donde tú eres más tú, lugar de hacer el amor que nos da a luz. Creo que fue nuestra amiga, la poeta Alicia, quien un día me dijo una obviedad sagrada: “El que mora en el Silencio es insumiso a lo establecido…”. No se deja atar a ninguna tradición, porque es fiel a lo Real que en él palpita.
Otoño, claridad de las calladas horas; primavera interior. A espacial espacio, donde pueden ser oídas las rimas dela Inocencia. Callo.
Rafa Redondo

 

 

Múisca:  Faith´s Hymn – Beautiful Chorus

 

 

Esa Presencia….

Esa Presencia,
la que da consistencia
al sentido del vivir…

 

Rafa Redondo

 

No puedo entenderme a mí mismo sin una referencia a ese Ser que reside en tí y en mi más inalcanzable profundidad…

 

Rafa Redondo

 

Al aproximarse y ver la ciudad, lloró por ella y dijo: si conocieras tú por fin en este día el camino de la paz…mas ahora queda oculto a tus ojos, porque sobrevendrán tiempos malos, te cercarán tus enemigos…
(Lc, 19, 42)
Te aproximaste a Jerusalén junto a los tuyos. Y al llegar a la cima desde donde se divisaba la ciudad Santa, sentiste un temblor escalofriante sobre tu piel, la contemplaste ensimismado, emocionado. Y todo ello ante el escenario de un duro final que jamás rehuiste.
Ante Ti la bella ciudad del Templo, con sus muros, sus palacios, su historia; toda ella bajo tu mirada…. Y, no pudiéndote contener, rompiste a llorar.
Me llama la atención, compasivo Maestro, que no fuera el duro final que preveías el que arrancara tus lágrimas, sino la suerte de aquellas gentes…
Mascabas ya la soledad más hosca que adivinabas y a la que también te adelantabas; pero la tuya, Jesús, era una soledad enamorada. Tú eras y eres –lo sé muy bien- quien consuela y acompaña a la soledad de los más solos…
Rafa Redondo

 

Trío Mandili – Apareka

 

Zen líbrame del Zen

Hemos nacido no sólo para saber quiénes somos, sino también para acompañar a los perdidos y perdidas el sendero de vuelta a casa.

Rafa Redondo

 

Los semillas del Evangelio no saben de demarcaciones ni de fronteras; esa es la razón por la que no hay Evangelio más allá del texto y hay Cristo naciendo cada instante en todo corazón desasido y desalojado.

 

Rafa Redondo

Lo que más agradezco
de mi paso por el Zen
es que me liberé
del mundo Zen…
Rafa Redondo
Maestro, dime dónde vives. Pero a Dios no se va, se viene. Venid y veréis. Volvemos a la casa del Ser… Nuestro verdadero hogar.

Rafa Redondo

Música:  Franco Battiato – Compilation